La política de Estado catalana

JOAN SOLÉ

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Si el proceso catalán fuera una mera fórmula matemática, podríamos determinar con la máxima brevedad posible qué opción, lista conjunta o separada, es la más adecuada para que la transición nacional siga su camino. Desgraciadamente no nos enfrentamos a la sencilla suma de dos más dos, estamos ante un escenario en que el orden de los factores altera el producto.

Quizás tú también te lo has preguntado. ¿Cuál es la mejor opción para las elecciones anticipadas? Hoy en día todavía me cuesta apostar claramente por una de estas, constato que hay votantes convergentes que no quieren votar a gente de Esquerra. Y sectores independentistas que no encuentran muy cómodo que su voto también lo obtenga aquel que durante los últimos treinta años ha procurado mantener el estatus autonomista y ha escenificado una cara en Catalunya y otra en Madrid. Tanto el uno como el otro, en mi opinión, carecen de empatía. Sin siglas ni políticos, la lista que funcionaría.

En mi último artículo apuntaba que la sociedad catalana suele moverse por acentos, aquello que dicen la teoría de los gemelos: en Catalunya hay siempre dos de cada, iguales en el fondo pero diferentes en alguna pincelada. No olvidemos que el independentismo municipalista, hasta muy entrada la década de los 90, se movió en una constante estridencia. Los acentos eran aquello que les impedía ir juntos. Después de años de organización y serenidad a cargo de la Assemblea Municipal de l’Esquerra Independentista, vemos como una fuerza de estas características, la CUP, ocupa tres escaños al Parlament y con una proyección al alza.

El fondo, tanto el de Esquerra como el de CiU, es la independencia. Según el barómetro del CEO, el 81,4% de los votantes del partido de Artur Mas quieren un Estado independiente mientras que el de Junqueras llega al 90,5%. Las pinceladas, los acentos: lista única o no (?), quien tiene el protagonismo (?), qué opción suma más (?).

¿Dónde está la CUP?

Desde que se aprobó la fecha y la pregunta del 9N, la CUP y sus tres representantes han sido, en mi opinión, los políticos que más bien han interpretado el concepto de "política de Estado". Resumido en una imagen, el abrazo entre David Fernàndez y Artur Mas. Difícil de entender para según qué sectores, es la imagen que concreta el esfuerzo de un partido y unos políticos que ha puesto el fondo por encima del acento. Cuando la porcelana se agrietó días antes de la consulta, con ERC e ICV-EUiA con un pie dentro y fuera, la CUP se mantuvo, en desacuerdo, pero estuvo.

Si el PSOE y PP, además de UPyD, saben que pueden contar los unos con los otros para hacer frente a los retos del soberanismo catalán, por qué la política catalana no puede tejer un eje común? Habría que preguntarse, hay "política de Estado" Catalunya?

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