Análisis
La cooperación hace más difícil el contagio
El crédito abundante volvería a aumentar la deuda, pero sin crédito no habrá recuperación
Ramon Xifré
Profesor de ESCI-UPF e investigador de IESE
RAMON XIFRÉ
La volatilidad en los mercados financieros internacionales ha repuntado con fuerza en los últimos días. Vistos desde aquí, estos altibajos recientes son en el fondo un síntoma claro de que la eurozona, y la UE por extensión, está lejos de haber logrado la recuperación económica. Dejando tecnicismos aparte, no es que la eurozona esté entrando en la tercera recesión, sino que más bien todavía no ha dejado atrás la gran crisis y sus efectos. Además, todo apunta a que la forma de superarla será pasar por un prolongado periodo que oscilará entre el crecimiento débil y el puro estancamiento. A lo largo de este camino, desgraciadamente es muy probable que cuando se produzca un accidente económico -o los mercados lo teman- la inestabilidad retorne.
¿Cuáles son las causas de esta dinámica tan inestable y cómo se puede remediar? Se puede hablar de dos grandes tensiones o contradicciones latentes. En primer lugar, tres de las cuatro principales economías de la eurozona (España, Italia y Francia) han dejado tras de sí grandes cantidades de deuda -pública y privada- pendientes de pagar. Además, las cuatro grandes (incluyendo Alemania) tienen tasas anémicas de crecimiento. Y finalmente España está en estado de excepción laboral. De ahí el frente común Renzi-Hollande ante Merkel, con un Rajoy que de nuevo no sabemos si sube, baja o nada de lo anterior. España, Italia y Francia han empezado a devolver algo de lo que deben, pero, guste o no, todavía queda mucho por delante. En estas circunstancias será muy difícil que en estos países haya crédito nuevo en cantidades importantes, porque ello fácilmente haría aumentar la deuda. Y sin crédito difícilmente habrá crecimiento. Además, estos países son los principales clientes comerciales entre sí. Este es un caso claro en el que la coordinación es la única salida, pero lo que parece claro sobre el papel cuesta mucho de llevar a la práctica. El último ejemplo es el discurso de ayer de la cancillera Merkel en el Parlamento alemán: en síntesis, la salida de la crisis requiere reglas, reglas y reglas.
La segunda gran tensión es entre la eurozona como bloque y EEUU. La gran pregunta de la Reserva Federal no es cómo facilitar que se devuelvan las deudas, sino cuál es la forma más inteligente de ir replegando, de forma paulatina, los estímulos que ha introducido en la economía. De hecho, al parecer, uno de los factores que han frenado la espiral alarmista de los últimos días ha sido el rebote de Wall Street, que a su vez habría venido provocado por las declaraciones de un miembro de la Reserva Federal defendiendo retrasar algo más el apagón de los estímulos. La cuestión de fondo, más allá de las declaraciones y los altibajos del mercado, es que la UE y EEUU no están sincronizados en términos de política monetaria, y puede que tampoco en política fiscal.
¿Qué se puede hacer? De lo sucedido con el virus del ébola se puede extraer alguna lección, porque se trata igualmente de un fenómeno global con gran capacidad de contagio: hay problemas que sin coordinación y cooperación efectivas no se pueden resolver.
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