Los signos de identidad

El vino como metáfora

ERNEST BENACH

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En un interesante libro, el periodista Lluís Tolosa y la sumiller Clara Antúnez nos han puesto sobre la mesa 100 vinos catalanes que hay que conocer. No es una guía clásica. No hay añadas de los vinos, ni descripciones de aroma, sabor y color. Pero sí están los reconocimientos que han tenido estos vinos a nivel internacional. Cada vino tiene una historia. Está claro que los vinos catalanes pueden competir internacionalmente con los vinos más sobresalientes del mundo. Somos un país competitivo en materia de vinos, como en tantos otros ámbitos. Y curiosamente, se nos hace difícil competir con otros vinos -especialmente con los vinos más clásicos españoles- en nuestra casa.

En la presentación del libro, se nos explica que los catalanes solo consumimos el 30% de vinos de casa. ¿Y esto por qué pasa? Pues las explicaciones son muy diversas. No se entienda que con este artículo se pretende cuestionar los vinos de las diferentes denominaciones de origen (DO) españolas. Tienen calidad y a lo largo de los años se han sabido vender muy bien. Por tanto, respeto máximo y absoluto. Este no es el objetivo de mi reflexión. Pero hoy hay que poner en valor los Priorat, Montsant, Penedès, Costers del Segre, Terra Alta, etcétera.

Hay un dato de los muchos que dan Tolosa y Antúnez en su libro que es la que me ha llamado más la atención. Apuntan, creo que con acierto, que la mayoría de catalanes no conocemos nuestros vinos, y que difícilmente se puede amar lo que no se conoce .

Catalunya es un país de vinos, con una docena de denominaciones de origen, con cientos de bodegas esparcidas, con vinos de una extraordinaria calidad, con enólogos de prestigio internacional. Vinos que han ganado premios en todo y que forman parte de cualquiera de las listas de los mejores vinos del mundo. ¿Qué pasa entonces? ¿Dónde estamos fallando? A las muchas causas que se han apuntado, no tengo ninguna duda de que hay un elemento de no reconocimiento de lo que hacemos bien, que se repite en otros ámbitos como la economía, la ciencia, la cultura...

Los catalanes no somos los mejores del mundo, porque probablemente los mejores no existen. Pero tampoco somos los peores y tengo la certeza de que los catalanes hacemos muchas cosas bien, que somos excelentes en muchos ámbitos y que quizá o no lo sabemos, o no somos capaces de valorarlo.

Tenemos unos científicos extraordinarios, y que ahora mismo sufren como nadie por sus progresos, que son los progresos de la sociedad. Tenemos artistas de prestigio mundial en muchas disciplinas, la música, las artes plásticas, las artes escénicas... Tenemos empresarios que son referentes por su capacidad emprendedora y de arriesgar , por su visión de futuro, por la innovación que han demostrado en su visión de negocio.

Tenemos economistas que a estas alturas son referencias mundiales en sus disciplinas. Tenemos deportistas triunfando en todo el planeta, y en algunas disciplinas, como puede ser el motor, marcando época. Mencionar o escuchar los nombres de CarrerasBaselgaMessaguéBarbierGuardiolaVeigaCastellsEstellerCastellvíBassatCabréBoixPadrónGaliciaMárquezCarbonellSala-MartínVerdaguer, y tantos otros, debería poner la piel de gallina. Nombres, caras y hazañas que aquí y en todo el planeta solo nos pueden hacer sentir orgullo de nuestro país .

Pero nos cuesta demasiado, por razones históricas, por el peso de años de privación de libertad, porque los intentos de diluirnos, que no han tenido éxito, han dejado huella, porque quizá, sencillamente, no nos lo acabamos de creer .

Empieza a ser hora de mirar las cosas desde otra perspectiva. Porque si están los mejores vinos es porque hay bodegas centenarias, hay cultura del vino, hay magníficos enólogos. Si hay grandes deportistas es porque hay miles de clubs deportivos, estructura deportiva, país deportivo. Porque si hay buenos empresarios es porque en este país ha habido históricamente cultura del trabajo, del esfuerzo y del ahorro. Y en todos los ámbitos, gente con capacidad para arriesgar, con talento, con mirada larga. La gente, el gran tesoro de Catalunya, el principal activo .

Pensar en el país del futuro, en cómo queremos que sea, pasa inevitablemente por pensar en el país del presente para corregir lo que no funciona, que son muchas cosas, pero también, y sobre todo, para empezar a valorar lo que nos hace crecer como país y nos sitúa en el escenario del mundo. Darnos a conocer al mundo por el quiénes somos es muy importante. Pero ahora mismo darnos a conocer por el qué hacemos es imprescindible. Al fin y al cabo es cargarnos de razones cara al futuro más inmediato. Expresidente del Parlament.