El órdago soberanista

Derecho a decidir qué país queremos

Si Catalunya no actúa ahora con los instrumentos que ya tiene, no ofrece garantías sobre el futuro

ÀNGELS GUITERAS

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El derecho a decidir, tal como se plantea ahora, es sin duda necesario, pero insuficiente para las aspiraciones sociales y de calidad de vida de las catalanas y los catalanes, que de manera abrumadora queremos hacer ejercicio del mismo. Para ser necesario y suficiente, al derecho a decidir hay que unirle un proyecto social y plural de país avanzado y sostenible que hay que construir desde ahora y no dejar para mañana. Como mínimo, por las siguientes razones.

En primer lugar, porque no solo estamos en una época de cambios sino en un cambio de época para todo el mundo desarrollado, como nos recuerdan Beck, Bauman y Subirats, entre muchos otros. Y en cambio, nosotros estamos centrados en el ejercicio del derecho a decidir y casi no hablamos del país que queremos construir. La gran mayoría de las entrevistas y las tertulias de las televisiones y radios catalanas son monotemáticas sobre las posibilidades y obstáculos del derecho a decidir, y todo indica que eso irá a más. Dentro de la amplia y compleja problemática a afrontar, solo nos fijamos en un único aspecto, el eje soberanista, olvidando la mayoría de temas que nos condicionan la vida y el futuro. Mientras, la gente se está empobreciendo.

En segundo lugar, ¡ahora es mañana para los derechos sociales! Hoy no pocas fuerzas políticas y culturales catalanas aceptan fácilmente los recortes en derechos sociales diciendo que ahora no se puede hacer nada, que ya lo resolveremos cuando tengamos más estructuras de Estado. Esto no es de recibo. Hay que llevar una misma lucha por el derecho a decidir y los derechos sociales. Si no actuamos ahora con los instrumentos que tenemos y no decimos cómo actuaríamos con los futuros instrumentos que queremos, no tenemos ninguna garantía del país que seremos capaces de construir. Sobre todo, si tenemos en cuenta que con más capacidades de decisión también se pueden reducir los impuestos de manera más favorable a las élites económicas y financieras y se puede profundizar en el deterioro actual  del Estado del bienestar, sin crear nuevas alternativas favorables a la igualdad de oportunidades. No enfrentarnos con decisión a los recortes en derechos sociales, vengan de donde vengan, no es construir socialmente nuestro país, sino crear las bases de su descohesión.

Para mí, la constatación más importante del cambio de época es que hay una débil recuperación económica que no va acompañada de una mejora de la situación social sino de un agravamiento de la desigualdad social y de las situaciones de pobreza severa. La razón es que la crisis social es mucho más profunda que la económica y financiera, y la denominada recuperación coincide con el crecimiento de la pobreza, no solo entre las personas paradas sino entre las ocupadas. Se hace de nuevo realidad la pauperización de las clases trabajadoras, una realidad del siglo XIX que parecía que habíamos superado. ¿Cómo hacerle frente?

En tercer lugar, estoy segura de que conseguiremos decidir, y lo haremos legalmente, pero a nadie se le escapa que el camino puede ser largo dada la mayoría absoluta, en las Cortes, de un partido que no quiere eso. El peligro de frustración y desgaste existe, y si ahora solo estamos centrados en el derecho a decidir seguro que el desgaste será una realidad. La manera de mantenernos con firmeza es ejercer, con las competencias que tenemos, el derecho a ir construyendo paso a paso el país que queremos para mañana, para lo que exigimos más y más fuertes estructuras de Estado.

ANTE LAS elecciones europeas, es importante que se pueda influir favorablemente en el Parlamento Europeo hacia el derecho a decidir de Catalunya, pero no podemos olvidar que esta no es una competencia de la Unión Europea y que en cambio sí lo es la política macroeconómica. Y hemos constatado, en esta crisis, que una política europea equivocada y favorable a los intereses de las élites financieras ha sido la principal causante del recorte de los derechos sociales.

En Catalunya necesitamos conseguir victorias rápidas que mejoren las condiciones de vida de la ciudadanía y nos den confianza para un probable largo camino y la seguridad de que vale la pena mantenernos firmes porque el futuro será mejor. Hay que impulsar un gran acuerdo social de lucha contra la pobreza y la exclusión social con medidas concretas de acción y con voluntad de influir en las políticas de los gobiernos de la UE y España, un acuerdo que abarque a las fuerzas políticas y al conjunto de la sociedad civil catalana. Este pacto sería una buena manera de iniciar la construcción del país en el que decidimos vivir. Si no empezamos ahora, no tenemos ninguna garantía del mañana.