Editoriales

Tito Vilanova, una persona íntegra

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Desde los inicios de su batalla contra el cáncer, hace dos años y medio, la integridad de Tito Vilanova fue ejemplar, así como su declarada intención de mantener la enfermedad, las operaciones y el tratamiento en un plano de absoluta discreción. Así era el que fue entrenador del Barça, un ejemplo de entereza personal, alejado en la medida de lo posible de los focos, centrado en su labor profesional y rodeado del cariño de sus allegados. Y así ha fallecido después de una lucha intensa y sin aspavientos, con el coraje de alguien que procedía de un entorno humilde y que se labró una trayectoria a base de esfuerzo y seriedad. El cáncer le fue diagnosticado en pleno apogeo de su carrera y se recrudeció justo cuando alcanzaba el sueño de quien había crecido y se había hecho mayor como barcelonista. Tomó las riendas del Bar-ça en junio del 2012, después de la marcha de Pep Guardiola, y accedió a la máxima responsabilidad de una plantilla que lo había ganado todo y que había conseguido los triunfos más importantes del club.

Vilanova demostró, en su primera y única temporada como entrenador del primer equipo, y aun a pesar del doloroso paréntesis que supuso la recaída en diciembre de 2012, que no solo era una parte decisiva del proyecto comandado por Guardiola sino que él, con su propio bagaje, podía incluso ir más allá. Consiguió el título de Liga con la mayor puntuación de la historia, los míticos 100 puntos, y firmó una primera vuelta de ensueño. Pero la tragedia de este ciudadano ampurdanés que se había criado en La Masia y que había recorrido múltiples escenarios -el Barça B, el Figueres, el Celta, el Badajoz, el Mallorca, el Lleida, el Elche y la Gramenet como jugador; el cadete del Barça, el Palafrugell, el Figueres y el Terrassa como técnico-  se presentó de nuevo con especial crudeza. En solo tres días de julio, en el 2013, la persona que iniciaba ilusionada un nuevo proyecto veía como las esperanzas se truncaban ya sin remedio.

La figura de Tito Vilanova fue agrandándose, desde la humildad, a medida que asumía más responsabilidades, y en gran manera por cómo dio un ejemplo con su carácter discreto pero indomable. El club y la afición, el mundo del fútbol, viven días tristes. Tiempo habrá de entrar en análisis deportivos. Hoy, más que nunca, se impone el respeto y el elogio de una persona íntegra, una auténtica figura del barcelonismo.