El papel de la capital de Catalunya

Barcelona, motor económico y garantía de futuro

Es el superávit económico municipal lo que permite a la ciudad desarrollar políticas sociales

SÒNIA RECASENS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Barcelona, como capital de país y punta de lanza de la recuperación económica, debe dar ejemplo. En momentos difíciles a todos los niveles como este, la ciudadanía necesita más que nunca gobiernos rigurosos que hagan bien las cosas. Gestores públicos que pongan la estabilidad económica al servicio de las personas, con una apuesta clara por dar respuesta a sus necesidades y mejorar su calidad de vida. Esto es precisamente lo que estamos haciendo, desde hace ya casi tres años, el equipo liderado por nuestro alcalde, Xavier Trias.

 

Todos somos conscientes del drama que ha provocado la fractura de las finanzas públicas. La más que discutible gestión de anteriores gobiernos ha dejado al país con una falta alarmante de recursos y a varias generaciones futuras endeudadas. Ahora, algunos responsables de esta mala praxis quieren hacer creer que intentar hacer las cosas bien es antisocial. Que aprovechar el potencial de Barcelona para enderezar la situación, dar los mejores servicios a la gente y crear empleo es antisocial. Y que poner a la ciudad como referencia de crecimiento, futuro y esperanza en un episodio clave para la historia de Catalunya resulta ser antisocial.

La política más social de todas es aquella que no juega con la demagogia. La que se preocupa por el dinero de los ciudadanos, con una Administración creíble y solvente. Para hacer gasto social serio es preciso tener fortaleza para afrontarlo. El resto es populismo. No me cansaré de repetir que no hay nada más antisocial en un ayuntamiento que cerrar sus cuentas con déficit. Los ejercicios presupuestarios de Barcelona de los años 2009, 2010 y 2011 dejaron un resultado acumulado negativo de 800 millones de euros. Las malas costumbres que desgraciadamente se instauraron en la Generalitat se estaban instalando cómodamente en la capital.

Desde la entrada del gobierno de Trias, esta posición se ha revertido y los ciudadanos se han beneficiado de ello. Gracias a la gestión del 2012 y el 2013 se ha reequilibrado la balanza con un resultado acumulado positivo de 23 millones, indispensable para devolver la institución al camino de la sostenibilidad financiera. Hemos aplicado dos principios ineludibles para encarar el futuro con seguridad: la ética y la responsabilidad. Teniendo en mente el pasado y previendo los riesgos que tocará afrontar más adelante, de la misma manera que lo hacemos con la economía doméstica. Es, sencillamente, aplicar el sentido común.

Estamos haciendo todo lo que tenemos al alcance para avanzar como ciudad. Sin ahorrar ningún esfuerzo ni recurso. No nos estamos guardando nada, tal como opinan algunos. Un solo dato lo hace evidente, y es el grado de ejecución presupuestaria del año pasado, el 97,55% equivalente a un gasto total de 2.246 millones de euros. Una cifra histórica, lejos del 92,3 % de media del periodo 2009-2011, aún con alcaldía socialista. Todo ello, con una inversión total de 356 millones.

La liquidación del 2013 -publicada con absoluta transparencia en  governobert.bcn.cat- demuestra que Barcelona aprieta al máximo el acelerador para responder a todas las obligaciones que se le exigen. Los buenos resultados han permitido incrementar el gasto social en 16 millones para llegar a los 241, claramente por encima de los 154 de media de la etapa 2007-2011. Al tiempo, haremos realidad el mayor proyecto desde hace décadas en vivienda pública, con el impulso de más de 1.000 pisos de alquiler asequible gracias al superávit de 139 millones de euros del 2013, que nos permite esquivar las limitaciones legislativas para destinar 100 millones a una actuación importantísima para la cohesión social.

Hemos evitado poner en peligro la independencia de la ciudad en la toma de decisiones, justo cuando tenemos que ser más fuertes ante los continuos ataques que recibe la autonomía local. Y seguimos pagando a 30 días a los proveedores, lo que les ayuda a tener al día las nóminas de sus trabajadores y generar puestos de trabajo. Esto también es hacer política social.

Los ciudadanos queremos una Barcelona modélica en todos los sentidos. No hay otra manera de serlo que actuar con decisión y con sensatez. Y, sobre todo, con ambición. Ponemos la solvencia económica y el rigor presupuestario al servicio de las políticas que nos ayudan a atender mejor a la gente, tener servicios públicos de calidad y eficientes, y liderar el empuje económico del área metropolitana y del conjunto del país. El superávit no es un capricho. Es una garantía. La hoja de ruta del gobierno de Trias es la excelencia en todos los ámbitos. Barcelona es hoy el valor más seguro del sur de Europa, una ciudad de referencia en cultura, conocimiento, creatividad e innovación. Y, por encima de todo, trabajamos duro para ser un referente en bienestar y calidad de vida.