Teología salarial

JOAN COSCUBIELA

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Cada vez hay más evidencias de cómo la crisis ha servido de coartada para imponer contrarreformas por las que los poderes económicos venían suspirando desde hacía décadas.

Y cómo, para imponer estas contrarreformas, se han utilizado afirmaciones falsas que, defendidas con argumentos aparentemente científicos y vendidas machaconamente por los medios de comunicación, han adquirido la condición de verdades teológicas. O sea, actos de fe no discutibles por la razón.

Un caso muy evidente es el de la supuesta rigidez salarial que, según los teólogos de la desregulación, viene provocada por la rigidez de la negociación colectiva y el exceso de protección de los salarios que dispensan los convenios.

Si recuerdan bien, este fue el argumento utilizado para "convencer" al Gobierno Zapatero de la necesidad de su Reforma Laboral en 2010. Una Reforma, la del PSOE, que hizo de 'sherpa', abriendo camino a una más dura Reforma Laboral de PP y CiU de 2012, que consumó un ataque en toda regla al poder de negociación de los trabajadores y a los salarios.

El argumento utilizado fue que, a pesar de la crisis económica y del aumento del paro, los salarios continuaban creciendo. Y que ello obedecía a la obcecación de las organizaciones sindicales y a la supuesta "rigidez" de nuestro modelo de negociación colectiva, que impedía los ajustes salariales para adaptarlos al ciclo económico a la baja. Y que ello era lo que provocaba el aumento de los despidos.

De nada sirvieron las evidencias, los muchos acuerdos de adaptación salarial e incluso de descuelgue en la aplicación salarial de los convenios.

Ahora, un trabajo de técnicos del Banco de España desmiente lo que fue el fundamento de aquellas reformas laborales en materia salarial. A saber: que durante los primeros años de la crisis 2009/2010, no bajaron los salarios en términos reales.

A partir de las diferentes fuentes y especialmente de la Muestra Continua de Datos Laborales (MCDL), que permite un seguimiento de la evolución real de una muestra de salarios, se comprueba que estos ya comenzaron a bajar en los primeros años de la crisis, 2009/2011. Y que lo han hecho con mucha más crudeza a partir del 2012.

Este trabajo explica que los datos salariales de entonces eran solo un espejismo "estadístico", provocado por lo que se conoce como 'efecto composición', convenientemente manipulado. En la medida en que la crisis destruyó más puestos de trabajo no cualificados y se mantuvo una proporción mayor de puestos de trabajo cualificados, las estadísticas reflejaban un mantenimiento de los salarios que respondía más al cambio de la composición estadística que a la verdadera evolución de los salarios, que ya era a la baja.

Eso se sabía ya entonces. Algunos informes sindicales lo explicaron y algunos lo defendimos públicamente. Lo sabían también los teólogos de la desregulación. Pero más fuerte que la realidad fue la estrategia de provocar una devaluación salarial como estrategia de respuesta a la crisis ante la imposibilidad de devaluación monetaria. Y como el botín de la devaluación salarial les pareció escaso para tamaña oportunidad ofrecida por la crisis, decidieron pasar a la caza mayor.

Aprovecharon la oportunidad de la crisis para provocar un cambio estructural en las reglas de negociación colectiva que debilitara el poder de negociación de los trabajadores organizados. Y que se mantuviera incluso después de la crisis.

Por eso Rajoy rechazó el Acuerdo de Rentas firmado durante las primeras semanas de su Gobierno por sindicatos y patronal para moderar rentas (salarios y beneficios) a cambio de mantener la capacidad de la negociación colectiva. Rajoy se cargó ese acuerdo con su Reforma Laboral, el Decreto Ley 3/2012. A pesar de que su ministra Báñez haga constantemente ostentación de él, de forma tan cínica como obscena.

Mirando al futuro, la Reforma Laboral nos deja una herencia que no solo afecta a sus principales perjudicados, los trabajadores, sino que tiene importantes efectos colaterales que afectan negativamente a la Seguridad Social y a la economía.

La bajada de salarios impide que se reactive el consumo familiar, que está en la base de una buena parte del empleo en España y por tanto dificulta la reducción del desempleo masivo y crónico. Además, es lo que explica que aunque en el futuro aumente el numero de afiliados a la Seguridad Social, no se incremente la recaudación de cotizaciones, porque los salarios medios son más bajos y en consecuencia las bases también lo son. Y por tanto, se incremente el desequilibrio económico de la Seguridad Social.

Por eso no les extrañe si a partir de ahora comienzan a leer informes que apuntan al exceso de devaluación salarial, como si este proceso fuera una plaga fruto de una maldición bíblica. Hasta es posible que estos informes vayan acompañados de los consabidos comentarios de tertulianos denunciando la debilidad e inoperancia de los sindicatos.

Y no les extrañe si los técnicos y los tertulianos son los mismos que actuaron como Acorazada Brunete de la Comunicación para abrir paso a la teología de la rigidez salarial. En el fondo, el objetivo último de la "doctrina del shock" es que a la salida de la crisis no existan fuerzas sociales o políticas con las que contrapesar y contraponer a la fuerza de los mercados de capitales.