Jaume Matas y el jurado popular

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Ha hablado el pueblo. Y el pueblo ha condenado a Jaume Matas. Ha hablado el pueblo. Y el pueblo ha decidido que el exministro de José María Aznar y 'expresident' de Baleares cometió cohecho, se aprovechó, como tantos otros políticos, de su autoridad, de su posición, de su cargo, de su sillón y le arrancó un sueldo de 3.000 euros mensuales a un hotelero, Miguel Ramis, para su esposa Maite Areal que, en realidad, era un sobresueldo para él, dinero de bolsillo o dádivas para comprar las escobillas de váter para su palacete palmesano.

Demostrado queda que a la tal Areal, maestra que hasta fue asesora del Ministerio de Educación (así nos luce el pelo, según PISA), jamás se la vio por el hotel Valparaíso, cuyo dueño, como todos los empresarios, regatea a sus trabajadores en el convenio colectivo y regala 100.000 euros (que a efectos penales se limita a 42.000 porque el resto ha prescrito) a quienes ni siquiera acuden al trabajo.

No me extraña que los políticos corruptos teman al jurado popular. Los nueve ciudadanos mallorquines, con toda seguridad más de uno y dos probables votantes en su tiempo del PP (simple estadística, claro), han juzgado impresentable y condenable el comportamiento de Matas. Como lo hubiésemos creído usted y yo. Esa sí es una gran encuesta, la mejor, la más significativa, entre otras razones porque, pese a su antiguo poder de disuasión, Matas, que tuvo la posibilidad de convencer al jurado de su inocencia, volvió a ser condenado, esta vez (y van, dos de dos), por cohecho. La anterior fue tráfico de influencias.

Temor político al jurado popular

Ninguno de nuestros políticos, antiguos y actuales, soportaría, en estos momentos, un jurado popular. Por eso no lo quieren. En espera de las elecciones, el segundo juicio a Matas refleja en qué concepto tiene la ciudadanía a los políticos. Matas es el primer 'expresident' y exministro de Aznar condenado dos veces seguidas. Y aún le quedan 25 piezas más del caso 'Palma Arena', recuerden la construcción de un velódromo, que, presupuestado en 44 millones de euros, acabó costando a los mallorquines la friolera de 110 millones de euros.

Ni uno solo de los nueve miembros de este jurado popular tuvo compasión de Matas. Ni uno. No hubo ni un solo voto de confianza.

Y Matas, que podría ingresar en prisión si la Audiencia confirma su sentencia por tráfico de influencias a favor del periodista Antonio Alemany, que cobraba casi en oro los discursos que le escribía al 'president' y los elogios que publicaba en el diario 'El Mundo', medita pedir un indulto al Gobierno en caso de que le hagan entrar en prisión. Eso sí, el 'expresident', que parece vivir en otro mundo, se jacta de que, de momento, ninguna de las dos sentencias condenatorias le ha atribuido el desvío de fondos públicos a su cuenta.

De momento, el marcador es 2-0 en su contra y a favor del impecable juez José Castro y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach. Quedan 25 partidos por jugar. Y parece que Matas olvida que, en el 'caso Palma Arena' (Nóos, Over, Ópera de Matas y Calatrava….) existe una pieza sobre su enriquecimiento injustificado, de la que el palacete de Palma y su supuesta mansión de Madrid a nombre de otro serían sus emblemas.