La rueda

Clases medias e independencia

NACHO CORREDOR

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Cuando hace poco más de un año cambió el rumbo de la política catalana y española a raíz de la impresionante manifestación del 11-S en Barcelona, muchos dijeron que estábamos ante un proceso revolucionario impulsado por las clases medias. Su máximo exponente, Artur Mas, convocó elecciones anticipadas, incluyó en su programa electoral conceptos como «Estado propio» y «derecho a decidir» y obligó a otros a posicionarse en relación al tema. España y Catalunya no volverían a ser lo mismo.

Un año después, no obstante, las mismas clases medias que a raíz del 11-S aceleraron el ritmo de la historia se han puesto muy nerviosas ante el mínimo síntoma de ruptura. Cuando Oriol Junqueras dijo en Bruselas que la sociedad catalana era capaz de paralizar la economía española con una huelga indefinida, para obligar al Estado a una respuesta favorable al derecho a decidir, se han llevado las manos a la cabeza precisamente los mismos que pusieron en el centro del debate la construcción de un nuevo Estado.

La respuesta, articulada a través de CiU, del mundo empresarial y de determinado mundo mediático poco dado a los sobresaltos, vino a decir que con las cosas de comer no se juega. No obstante, cuesta confiar en un relato en el que se está proponiendo la ruptura y, sin embargo, no se está dispuesto a asumir determinados riesgos y sacrificios. ¿Son independentistas esas clases medias del 11-S?

Si la respuesta es afirmativa, deberían empezar a asumir un abanico de posibilidades que hagan coherente su discurso y pasar de la teoría a la acción. Al fin y al cabo, si uno se puede permitir el lujo de apostar por una consulta pactada con el Estado o defender la posibilidad de avanzar hacia una España federal es o será gracias a que otros están dispuestos a forzar casi hasta el final los marcos establecidos.