La clave
¿Quién divide y por qué?
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Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
ALBERT SÁEZ
No quiero ni imaginarme qué diría cierta prensa si las escuelas en Catalunya llevaran 15 días cerradas por un conflicto lingüístico. El elefante nazi que utilizan algunos allende del Ebro para explicar todo aquello que no responde a su versión más rancia de la españolidad tiende a identificar la protección de lo singular con una imposición de una minoría iluminada sobre una mayoría pretendidamente silenciosa o, aún peor, silenciada. Pero resulta que lo que ha sembrado la división en Baleares ha sido el trilingüismo de Bauzá para erradicar el modelo escolar que habían implantado sus antecesores del PP.
Es el último episodio de la estrategia con la que Pedro Arriola llevó, cobrando presuntamente en dinero negro, a Aznar hasta la Moncloa: tensar al máximo la sociedad para movilizar al electorado desde la derecha extrema y al centro. El analista Antoni Puigverd ha señalado acertadamente que Aznar hizo en España lo mismo que Reagan, Thatcher y Juan Pablo II en la escena internacional: promover la confrontación y dinamitar los consensos de la posguerra mundial. El PP sigue en el camino de promover la confrontación dinamitando los consensos de la transición. Con la lengua en Baleares o con la religión en las beatificaciones de la semana que viene en Tarragona. El testimonio de una familia de uno de los nuevos beatos que no asistirá a la ceremonia es espeluznante: tienen más sentido común que los obispos del PP.
Los populares acusan al soberanismo catalán de dividir a la sociedad y a las familias con su propuesta de consulta sobre la independencia. Es un futurible del todo legítimo en política. Pero la realidad que tanto presumen conocer Alicia Sánchez-Camacho, Enric Millo o Albert Rivera es que los niños que no pueden ir a la escuela por la deriva identitaria de un Gobierno son los que viven bajo un presidente popular. Los de l'Hospitalet, Cornellà, Santa Coloma, Salt o Tona han ido a clase desde el 12 de septiembre pasando por calles repletas de banderas esteladas o salpicadas de banderas constitucionales. Los que dividen son los que proponen un modelo lingüístico que no defienden ni sus alcaldes. El PP balear lleva a su país al precipicio.
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