Millet, entre Viena y el Palau
"Mientras en Viena la formación coral ha sido la espina dorsal de la Konzerthaus, en Barcelona el Orfeó ha sido la cenicienta en una operación de reforma con la que Millet orquestó el desfalco"
Rosa Massagué
Periodista
ROSA MASSAGUÉ
No se trata de comparar la actividad musical de Viena con la de Barcelona, pero sí de recordar tanto similitudes como diferencias abismales. Como las que podemos encontrar entre el Konzerthaus de aquella ciudad y el Palau de la Música. Empecemos por lo que parangona estas dos instituciones. En el origen de ambas hay una formación coral que dio lugar a la construcción de un auditorio. La Wien Singakademie en una, el Orfeó Català en la otra.
Pocos años separan la inauguración de ambas salas de concierto. El Palau abrió sus puertas en 1908 y la Konzerthaus lo hizo en 1913. Aun cuando cada una responde a su propia historia y a su público, son fruto de una misma época, de un mismo impulso musical, de un mismo modelo cultural, que es el que se estaba desarrollando en aquella Europa de antes de la primera guerra mundial lanzada a todo tipo de descubrimientos estéticos.
El centenario de la sala vienesa y el de los 'Gurrelieder', la monumental obra sinfónico-coral de Arnold Schoenberg (sonó por primer vez en el Musikverein), ha permitido al Orfeó Català y al Cor de Cambra del Palau debutar en aquel auditorio junto a la Singakademie con excelentes resultados según nos han explicado las crónicas del concierto que tuvo lugar el 22 de junio.
Fin de la primera parte. Ahora, las diferencias abismales. La más importante se llama Millet, Félix Millet, el saqueador del Palau. Mientras en Viena la formación coral ha sido la espina dorsal de la Konzerthaus, en Barcelona el Orfeó ha sido la cenicienta en una operación de reforma y revalorización de la sala con la que Millet orquestó el desfalco monumental.
Cuando estalló el escándalo (a finales de julio hará cuatro años), salieron a la luz el desprecio y las vejaciones que Millet imponía a los cantantes de la histórica formación, el cortarles las alas con la excusa de la falta de medios ignorando un patrimonio musical que había fundado su tío-abuelo Lluís Millet.
En la crónica del concierto vienés publicada en este diario, una cantante veterana del Orfeó decía que la histórica actuación en la Konzerthaus hubiera sido imposible en época del saqueador Millet. Por suerte para todos, ya no está. Ahora la formación musical catalana puede mirarse de tú a tú con coros como la Singakademie vienesa.
Ambas instituciones tuvieron un desarrollo paralelo, pero la pobreza musical en una España de posguerra seguida por la delincuencia (confesada) de un catalán con pedigrí alejaron al Orfeó de lo que debía y podía haber sido.
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