Compradores personales

Alan Cabañas Barroso

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Cuando compro ropa tengo un problema: tiendo a escoger siempre los mismos colores. Hace dos años, por ejemplo, abrí mi armario y me sorprendí. Tenía tantas cosas de color rojo que podría haber protagonizado aquel anuncio de “hola, soy tu menstruación”.

La temporada siguiente me pasó lo mismo con el azul marino y las rayas. Jean Paul Gaultier me hubiera fichado sin problemas para uno de sus anuncios de perfumes. Lástima de mis abdominales, que son tímidos y no se dejan ver a menudo.

¿Qué os quiero decir con todo esto? Que tengo un claro problema para escoger la ropa. Suerte que una amiga mía es personal shopper. A mí me lo hace gratis, pero esta chica se gana la vida (a tiempo parcial, claro, no olvidemos en el país que vivimos) yendo de compras con gente que quiere estar plenamente convencida de la elección que hace.

Pensaréis que esto de tener comprador personal es de pijo o snob. Pues no. Tampoco es tan caro, y resulta de gran utilidad. Se trata de pactar una tarifa entre las dos partes, pero por unos 100 o 150 euros podéis ir de compras con un experto. Aquello de que vuestra pareja os acompañe y os diga que todo os queda genial se ha acabado. Mejor para todos, no nos engañemos, porque en el fondo siempre mienten y nos dicen que todo nos queda genial porque quieren volver a casa lo más pronto posible.

Un personal shopper puede asesoraros sobre diferentes aspectos. No sólo os puede ayudar para escoger qué prendas de ropa marcan tendencia cada temporada, sino que también puede ser útil para aprender qué ropa es la que más os favorece, cómo debe llevarse y cuál es la que más os falta en el armario. Así evitaréis caer en el monocromatismo, como me pasa a mi a veces.

Otra de las tareas que pueden hacer es organizaros el armario: chaquetas ordenadas por colores, grueso, temporadas, materiales¿ El paraíso del orden y la coordinación sin salir de casa. Eso sí, este servicio es un poco más caro. Unos 300 euros, aproximadamente.

Hacedme caso y, por poco que podáis, probad alguna vez en la vida la experiencia de ir de tiendas con un o una personal shopper. La acertaréis seguro. Os lo digo yo.

Cuando ahora todo el mundo me dice lo bonita que es mi cazadora marrón, pienso en mi amiga compradora personal y sería capaz de ponerle un altar o un templo consagrado. Os pasaría su número de teléfono, pero me han dicho que aquí la publicidad se paga. Como tiene que ser, ¿no?

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