Las necesidades de la infancia

Mucho más que comida

Es preciso un sistema integral de prestaciones a las familias con niños muy castigadas por la crisis

JAUME CLUPÉS

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Se acerca la llegada de las vacaciones de verano, que dejan a muchos niños lejos de los comedores escolares, y vemos reabrirse el debate de los problemas para el acceso a una alimentación adecuada que están sufriendo muchos de nuestros niños. Los que trabajamos con la infancia más vulnerable vivimos de cerca el drama que atraviesan cada vez más familias. Niños que se acuestan sin comer, que no consumen fruta o verdura porque sus familias no pueden permitírselo y que dependen cada vez más del comedor de la escuela para hacer una comida completa al día. Nos encontramos con fenómenos que hace unos años nos habrían parecido inimaginables: niños buscando en las papeleras los bocadillos abandonados por otros niños.

MUCHAS instituciones se están movilizando estos días para evitar que estos niños pasen hambre este verano. Ciertamente, esto es lo que nos toca hacer en estos momentos. Sin embargo, queremos recordar que para romper el círculo de reproducción de la pobreza, en el que están inmersos el 26,7% de los menores en Catalunya, se necesita mucho más que comida. Nuestras entidades han detectado en los últimos años un importante deterioro de la situación de la infancia. Además de sufrir restricciones en cuestiones de primera necesidad, como la alimentación, el vestuario y la vivienda, tampoco disponen de oportunidades para acceder a actividades lúdicas y culturales que son indispensables para su desarrollo y un estímulo para tirar adelante en medio de la dificultades que atraviesan sus familias.

Tener la posibilidad de escuchar un concierto, ir al zoológico, asistir a un espectáculo de teatro o un museo o aprender a tocar un instrumento musical no es un lujo. La música, la educación artística y los deportes, por poner algunos ejemplos, juegan un papel crucial en el desarrollo de los niños y los adolescentes, ayudándoles a mejorar su rendimiento en las aulas y su integración con otros niños, y su capacidad creativa otorgándoles estímulos difíciles de sustituir. Los niños que viven bajo el umbral de la pobreza en Catalunya no tienen acceso a estas actividades y ni siquiera pueden participar de las salidas escolares por la precaria situación de sus familias. Muchos de ellos viven encerrados en sus barrios y no es infrecuente encontrarnos con niños y adolescentes de Barcelona que nunca han visto la Sagrada Família.

No tienen acceso a todo un mundo de experiencias vitales que se convierten en herramientas indispensables para superar obstáculos y desarrollarse con éxito en el mundo educativo y luego en el laboral.

Los expertos afirman que en el actual contexto de crisis el modelo de atención de las entidades del Tercer Sector necesita ser repensado. Los presupuestos públicos tardarán años en recuperarse y la sociedad civil debe convertirse en un socio estratégico involucrándose en proyectos que permitan a los niños y adolescentes acceder a aquellas actividades que son necesarias para su desarrollo.

Actualmente la implicación de la sociedad civil en la acción social representa en nuestro país apenas un 9% frente al 19% de media de la Unión Europea (UE). Es necesario que las empresas se impliquen más profundamente en los proyectos de acción social y que valoren los beneficios que les reportan, no solo por su potencial deducibilidad impositiva sino porque tienen un papel a jugar en la formación de los ciudadanos del futuro.

ES TAMBIÉN cada vez más urgente desarrollar la ley de la infancia que fue aprobada por el Parlament de Catalunya en el 2010. Esta ley provee de las mejores herramientas para combatir la pobreza infantil y permitiría avanzar de forma decisiva desde las ayudas paliativas a los derechos garantizados, lo que evitaría que los niños atravesasen situaciones de precariedad como las que estamos viviendo en la actualidad .

En los últimos años se han multiplicado las iniciativas públicas y privadas destinadas a paliar la situación de emergencia social derivada de la crisis. Creemos que sería más efectivo organizar todos estos recursos y crear un sistema integral de prestaciones que se viera materializado en una renta de suficiencia económica para las familias con niños, de forma que garantice que estos dispongan de los mínimos necesarios para tener un nivel de vida adecuado, no solo en sus primeros años sino a lo largo de todo su ciclo vital. Una mejora significativa del bienestar de la infancia pasa por repensar el actual modelo económico y aprovechar el esfuerzo que se está haciendo para salir de la crisis para impulsar un nuevo modelo que garantice un nivel de vida adecuado a todos nuestros niños.