El último canto de Georges

El 8 de enero del 2009, Georges Moustakisubió por última vez a un escenario, y este escenario fue el del Palau de la Música Cataluna. Me acordaré toda la vida, porque aquella noche yo debía ser su telonero.

Nada más llegar nos comunicaron que el cantautor estaba muy engripado, que estaba en su hotel y que le estaban medicando para intentar aguantar el concierto porque él quería darlo fuera como fuera. Pero ya por la tarde, el organizador apareció en el camerino y me preguntó si podía dar un concierto entero en lugar de la media hora prevista como telonero; queMoustakiaparecería, porque estaba en la ciudad y quería saludar a su público; y que cantaría, porque quería que toda la gente que aquella noche había llenado el Palau para escucharlo pudiera oír al menos un par de canciones, aunque fuera con un hilo de voz.

Cuando finalmente llegó al Palau, recuerdo que se le veía muy débil y caminaba con dificultad, pero salió al escenario y sacó pecho, explicó él mismo porqué no podría dar el concierto e hizo un gran esfuerzo para cantar tres canciones. A la tercera, la voz se había prácticamente fundido. Me presentó, él a mí, cuando era yo su telonero, se despidió del público y salió del escenario. Se le veía todavía más débil que antes, pero qué lección de dignidad había acabado de dar. Me dio la mano, temblorosa, me miró a los ojos con una ternura infinita y salí al escenario con la inesperada responsabilidad de entretener a una platea llena de su público, un público que todavía no lo sabía, pero que acababa de asistir al último canto deGeorges Moustaki.

Hay una generación de cantautores que se nos han ido escurriendo entre los dedos y, mirando alrededor, a veces uno se pregunta dónde está el compromiso artístico, el discurso, la dignidad, la ilusión, la poesía, las cosas que nos hacen estremecer, ¿dónde está? Cuando se va uno de los grandes es como si una bomba hubiese hecho de golpe un gran vacío y cuesta ver los contornos que rodean ese silencio. ¡Buen viaje,Georges!.