Ideas

Del punk a la alta costura

JORDI PUNTÍ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Una de las consignas que el movimiento punk transmitió hace 40 años era que no había futuro. Ahora, quién sabe si con la intención de contradecir o confirmar ese sentimiento nihilista, el Museo Metropolitan de Nueva York dedica una exposición a la moda que surgió de ese impulso anárquico.Punk: chaos to couturequiere documentar el salto mortal que va de la moda caótica al negocio de la alta costura a través de un centenar de maniquís que llevan diseños más o menos punkis. De fondo, para crear ambiente, unos vídeos y una banda sonora con los Sex Pistols, Ramones y otras bandas que surgieron de los dos focos principales del punk: Londres y Nueva York.

La exposición ha ido a cargo deAndrew Bolton,que hace unos años ya consiguió un gran éxito con la retrospectiva del diseñadorAlexander McQueen. A primera vista es una muestra bien montada y que saca partido de la parafernalia punk, aunque no haya referencia alguna a las drogas y excesos que le eran propios. Irá mucha gente y se verá como un homenaje atrevido a una estética iconoclasta, pero en el fondo es todo lo contrario, porque quiere domesticar lo indomesticable.

La moda que nació con el punk era la antimoda, elhazlo tú mismo: pañuelos sucios, harapos, faldas con tachuelas, medias agujereadas, cadenas, camisetas rasgadas y pantalones cosidos con imperdibles. Detrás hubo gente que supo sacar partido de la autenticidad y convertirlo en un negocio sin traicionarlo, comoVivienne WestwoodoMalcolm McLaren.Con los años, la integración de algunos elementos punk en la moda vanguardista y luego en la alta costura se vivió como una herencia lógica, pero también era un canto fúnebre a un movimiento que se extinguía. La exposición del Met es el reflejo de esa situación: el punk sin el punk.

En la escenografía del Met han puesto una réplica de los lavabos del mítico club CBGB, una de las cuevas del punk en Nueva York. Es una imagen que busca el impacto, con las paredes cubiertas de grafitis y el suelo sucio, pero hay un detalle que resume esa mirada aséptica: han añadido un rollo de papel higiénico, algo impensable en el CBGB real.