Estrategias oblicuas
Contra el acoso y las amenazas
Ignacio Escolar
Periodista
Dirige eldiario.es y es analista político. Fue fundador y primer director del periódico 'Público'. Comenzó su carrera periodística en 1995 colaborando en diarios como 'Cinco Días' o 'El Mundo' y revistas como 'Muy Interesante', 'Rolling Stone', 'GEO' o 'Quo'.
IGNACIO ESCOLAR
Muy claro: estoy en contra de las amenazas, la coacción y la violencia contra los políticos y sus familias en sus domicilios. Creo que un acoso así es fascismo y debería ser perseguido por la justicia... si es que alguna vez llega a suceder. Porque hasta ahora los escraches no han sido violentos ni han supuesto amenaza o coacción alguna ni mucho menos se han producido en el domicilio de los políticos. Con la ayuda de Barrio Sésamo, en mi infancia aprendí a distinguir entre 'dentro y fuera: entre en y en la puerta de'. Si algún político se pierde con el matiz, que pregunte a los desahuciados, en vez de insultarlos. Ellos conocen mejor que nadie la diferencia entre una casa y la calle, o el gran cambio que supone pasar de dormir 'en' una casa a dormir 'en la puerta de' una vivienda: en un portal, en un cajero o debajo de un puente.
Afortunadamente, los jueces también lo tienen claro y están aplicando la ley con medida y rigor: archivando las denuncias por escraches y recordando a los políticos del PP esos derechos y libertades que reconoce una ley que citan mucho, la Constitución. "La libertad de expresión constituye uno de los fundamentos esenciales de una sociedad democrática", explica el juezMarcelino Sexmero en el reciente auto donde archiva la denuncia contra quienes se manifestaron frente a la vivienda deSoraya Saénz de Santamaría.Por supuesto, la libertad de expresión y el derecho a la manifestación tienen límites. Los explica en este caso el propio juez y no son nada teóricos: "Golpear la puerta del domicilio, realizar pintadas, intentar superar el control policial que rodeaba la vivienda, lanzar objetos, acometer a los agentes policiales, formar barricadas y causar daños al mobiliario urbano". Nada de esto ocurrió. Además, la vicepresidenta no es una ciudadana corriente, según explica este juez: "Como tiene declarado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos los límites de la crítica admisible son más amplios respecto a un político en ejercicio que en los de un individuo particular".
Los escándalos son otros: que tengamos al Ministerio del Interior en rebeldía contra los jueces y, a pesar de las decisiones judiciales, siga ordenando a la policía la detención e identificación de los manifestantes que protestan cerca de la casa de un político. Que el Gobierno destine 80 policías a proteger la vivienda de la vicepresidenta, como ha denunciado el Sindicato Unificado de Policía. O el cinismo de diarios como 'El Mundo' o 'ABC', unos periódicos que tachan estas protestas de acoso intolerable contra la intimidad familiar, pero que no tuvieron problema en abrir sus portadas con la foto de las hijas deZapatero, menores de edad que sufrieron una violación de su intimidad y un acoso mucho más grave e injustificado que los organizados porAda Colauy la PAH.
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