tú y yo somos tres
El terrible pecado de un culé
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Después de las dos derrotas del Barça frente al Real Madrid, la del partido de Copa y la del partido de Liga, le ha sobrevenido al Xavi Valls de Crackòvia (TV-3) -que interpreta y borda Pep Plaza- una sensación horrorosa y terrible. A pesar de ser un culé sin fisuras, un blaugrana a prueba de bomba, de pronto ha nacido en su interior una admiración, una fascinación irrefrenable por... ¡Cristiano Ronaldo! Más aún: estaba comenzando a formarse en su cerebro una idea terrorífica: ¡que Ronaldo era mejor que Messi! ¡Ahh! Y claro, Valls se ha preocupado mucho y ha corrido a confesarse en busca del perdón de Dios. Lo tremendo es que dio con un cura que todavía era más culé que él, y el mosén, al escuchar pecado tan espeluznante, entró en cólera, y después de llamarle hereje y desviado le mandó como penitencia ir de rodillas, o sea, genuflexo, desde Sant Joan Despí hasta el último asiento de la última gradería del gol sur del Camp Nou. Hombre, el pecado es gravísimo, estamos de acuerdo. Síndrome de Estocolmo o enfermiza atracción por el enemigo, lo llaman a eso los especialistas en disfunciones mentales de los homínidos. Son actitudes que hay que atajar de raíz. Tratándose además de un trabajador del área de deportes de TV-3, podría ser objeto de despido. Despido procedente,xxxxx sin lugar a dudas.
DE CAMARERO A SEÑORITO .- En una de las mejores series que los teleadictos podemos disfrutar hoy en día, o sea, Gran Hotel de A-3 TV, ha ocurrido un meditable suceso: el hijo bastardo del difunto propietario del hotel, un muchacho humilde que hasta ahora ejercía de simple camarero, por fin ha sido reconocido como hijo del dueño. ¡Ahh! La situación de este joven ha cambiado de forma absoluta. En lugar de dormir en un sencillo catre, ahora duerme en una suite. En lugar de vestir el uniforme de sirviente, ahora tiene un fondo de armario lleno de trajes de señorito. Y en lugar de comer en un rincón de la cocina, ahora come a dos carrillos en el salón más lujoso. Y precisamente en este gran salón, donde cenaba el otro día, una joven flor de la alta sociedad, al ver que dejaba parte de la comida, le dijo: «Te dejas lo mejor». Y el nuevo señorito respondió: «Es para los de abajo. Se alimentan con los restos que dejamos aquí». ¡Ahh! Este es otro tipo de síndrome. Parece virtuoso pero es el síndrome de la caridad mal entendida. Hiere. Y es peligrosísimo.
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