LA CRISIS DE LA IZQUIERDA
El día que el PSC se convirtió en PSOE
"No votar es como no ir, es dejar huérfanos a una parte de los militantes y simpatizantes"
Jordi Climent
Exdirector de investigaciones, prevención y formación de la Oficina Antifrau de Catalunya
Exdirector de investigaciones, prevención y formación de la Oficina Antifrau de Catalunya
JORDI CLIMENT
El día que el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) se convirtió en Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el primero que hizo fue votar en contra del derecho de los catalanes y las catalanas a decidir su futuro político.
Al mismo tiempo, algo se rompió y se hizo añicos: la disciplina de voto, cuatro palabras que nos recuerdan que en las formaciones políticas no se puede tener un pensamiento propio distinto del que establece la estructura dirigente. Bueno, por lo menos, no se puede exteriorizar, porque te tocan el bolsillo o el futuro.
El miércoles 25 de enero, cinco diputados y diputadas del PSC (el alcalde de Lleida,Àngel Ros; Núria Ventura; Rocío Martínez-Sampere; Joan Ignasi Elena; y la 'exconsellera',Marina Geli) decidieron cortar por lo sano y decir la suya o, mejor dicho, no decir nada, ante la declaración de soberanía y el derecho a decidir del pueblo de Catalunya impulsada por Convergencia i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa (ICV -EUiA). Y mira por donde, casi de forma simultánea, los cinco fueron erigidos en paladines de la democracia perdida y añorada en el seno de las formaciones políticas; en defensores de un diálogo público silenciado de forma continuada; en ejemplos de la dulce pluralidad que, se supone, abarrota a los partidos políticos de casa; en modelos a seguir y a imitar. Pues mira, qué quieres que te diga, para mí, no decir nada no es ninguna hazaña ni heroicidad. No es ninguna muestra de diálogo ni de convivencia. Es un poco aquello de sí, pero no; del ni yo ni una parte de nuestros votantes estamos de acuerdo con lo que impones, pero no me gustaría decirlo con contundencia, no fuera que te enfadaras y me pidieras que me fuera porque, a pesar de todo, aquí se está caliente. No votar, es como no ir, es dejar huérfanos una parte de los militantes y simpatizantes, es querer estar en todas partes o, peor aún, esconder la cabeza bajo el ala y no estar en ningún sitio.
Así no se construye un "consenso nacional y social", como dijeron los cinco. Para decir que no estás de acuerdo con un posicionamiento, debes votar lo contrario de lo establecido y, en este caso y, de paso, si quieres, exigir que se trabaje para votar listas abiertas, ya que, posiblemente, así, los políticos escucharían mucho más la ciudadanía y la política se haría realmente en la calle.
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