La clave
Lo tomas o lo dejas
Joan Manuel Perdigó
Subdirector
Subdirector de EL PERIÓDICO desde 1997. Entre 1985 y 1997 trabajó en 'El País' y anteriormente, en 'Mundo Diario', 'Correo Catalán' y 'El Noticiero Universal'. En 33 años ha centrado su tarea en las áreas de Política, Sociedad, Barcelona y Economía.
JOAN MANUEL PERDIGÓ
Una de las mil derivadas conocidas de esta crisis es que la socialdemocracia se ha quedado sin respuesta y sin proyecto. En síntesis, porque se ha ido al traste el pacto social sobre el que se edificó el Estado del bienestar tras la segunda guerra mundial. Ya no hay interlocutores. La globalización ha dado una enorme libertad al capital financiero, que se ha desarrollado sin anticuerpos. El sistema ha crecido como un tumor cancerígeno sin que la política, sustentada en la soberanía de los estados, haya sido capaz de impedirlo, ya sea por acción o por omisión. Y cuando el sistema ha hecho metástasis, la nueva mutación se está haciendo fuera del control democrático.
Esta dinámica se ha gestado en los inaccesibles mercados virtuales pero tiene su corolario en la más cercana economía productiva. Un ejemplo elocuente lo tenemos estos días en el caso de Nissan. La empresa ha expuesto a los trabajadores de la planta de Barcelona que, o aceptan una doble escala salarial de contratación para fabricar un nuevo vehículo, o se lleva la producción a otra parte. Lo tomas o lo dejas. Los sindicatos están en un callejón sin salida. O aceptan las condiciones a la baja para salvar la planta y un millar de nuevas contrataciones a bajo precio, o no hay trato. Con el mundo convertido en mercado único, las grandes empresas tienen manos libres para producir donde los costes sean más bajos. Hace poco ocurrió también en Ford, que cerró una planta en Bélgica para pasar la producción a Almussafes. ¿Brotes verdes? No, salarios más bajos. En los años 80 España ejerció ese papel al entrar en la UE; tras la caída del bloque soviético fue todo el Este europeo el que se abrió, y hoy es el mundo entero.
Lo que viene
Más vale que aprendamos las nuevas reglas. O somos competitivos porque fabricamos más barato, o porque lo hacemos mejor (aquello que precisa de lo que aquí recortamos alegremente: educación, investigación, desarrollo...) Tal como vamos, repasen lo que sabemos hacer --construir miles de pisos que nadie compra, fabricar coches cada vez más baratos y atender a turistas sedientos de sol--, y deduzcan cuál es, por ahora, nuestro futuro.
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