Los avances médicos

Joseph Lister, cien años después

La medicina actual todavía es deudora del cirujano británico que descubrió la antisepsia

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ANTONIO SITGES-SERRA

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Me extraña que la efemérides deJoseph Lister(Upton, 1827-1912) haya pasado tan desapercibida, no solo para los legos en historia de la medicina, sino también para las instituciones sanitarias y sociedades médicas de nuestro país. Si en la actualidad más del 90% de los ciudadanos llevamos en el cuerpo por lo menos una cicatriz quirúrgica en el momento de nuestra muerte es, en gran parte, gracias a los trabajos del gran cirujano británico que descubrió la antisepsia, un método de máxima limpieza de los instrumentos quirúrgicos; un gran primer paso en la lucha contra las infecciones posoperatorias, que han constituido una de las barreras más formidables frente al progreso de nuestra disciplina.

POR SUERTE, sus conciudadanos se han acordado de él y la revistaThe Lancetle ha dedicado un magnífico obituario amén de otras celebraciones auspiciadas por los Royal Colleges of Surgeons británicos, especialmente por el de Edimburgo, del que me honro en ser miembro honorario. ¿Quién fueLister? Pues un ciudadano, médico y cirujano, que creyó en ese punto de mayor esfuerzo y atención que marca la distancia entre lo común y la excelencia, entre lo bueno y lo sobresaliente. Fue un grandísimo observador de lo que sucedía en la cabecera de la cama de sus pacientes, un privilegio del que disfrutamos los clínicos y que, utilizado de forma inteligente, es el mejor y más fértil estímulo para la investigación clínica, que, en definitiva, es la que identifica los problemas relevantes y sanciona el progreso de la medicina.

En la madurez quirúrgica -raramente, ayer y hoy, antes de los 40 años- publicó un artículo seminal enThe Lanceten el que demostraba que sus métodos antisépticos reducían de forma espectacular las infecciones posoperatorias.Lister, que como buen cirujano era conocedor de lo que sucedía en el mundo de otras ciencias, intuyó las implicaciones que tenía para sus pacientes la teoría de las bacterias desarrollada porLouis Pasteur en sus mismos años y desarrolló diversas estrategias para librar a los instrumentos y la atmósfera quirúrgica de esos peligrosos seres invisibles: lavado exhaustivo, aislamiento de las heridas y, principalmente, la aplicación por aspersión de un antiséptico (ácido carbólico, fenol) sobre el instrumental quirúrgico y el campo operatorio. Intervenciones quirúrgicas que entonces iban seguidas de infecciones graves en más del 50% de casos y que comportaban una mortalidad similar, empezaron a ser posibles gracias a un proceso de cicatrización limpio y con una tasa de defunciones no superior al 5%-10%. Hablamos de 70 años antes del descubrimiento de la penicilina, el primer antibiótico que no se introdujo en la práctica médica hasta mediados de los años 30.

Listerdebe ser considerado como un pionero de la investigación quirúrgica. Dispuso un laboratorio cerca del quirófano donde realizó observaciones que contribuyeron a confirmar el origen bacteriano de la entonces denominada «putrefacción de las heridas».Salvador Cardenal, cirujano valenciano que introdujo en España los principios del listerismo, construyó un laboratorio de microbiología junto a su quirófano en la clínica que tuvo en el pasaje Mercader de Barcelona.

Como decíaFrancis Moore, cirujano e icono de la investigación clínica, el progreso científico de la medicina arranca en la cabecera del paciente, de allí pasa al laboratorio y del laboratorio vuelve a la cabecera del enfermo. He visto fracasar proyectos de investigación aparentemente deslumbrantes; he visto tirar millones de euros; he visto efímeros encumbramientos personales por no haber seguido esa cadencia, que está vigente por más que sea a menudo ignorada por tantos gestores y financiadores de la investigación biomédica.

COMO SUCEDE demasiadas veces con las mejores inteligencias y las innovaciones rompedoras, los trabajos deListerfueron ninguneados por algunos de sus colegas más próximos, especialmente por los que desde posiciones políticas se sentían cuestionados aunque, a hurtadillas, adoptasen sus métodos. No pocos se opusieron a las hipótesis de Lister y llegaron a la obtusa negación de la teoría bacteriana de las infecciones posoperatorias. De ellos nadie se acuerda. Por el contrario, Listerfue ampliamente reconocido en Alemania, EEUU, Francia, Bélgica, Suiza e Italia. Finalmente, gracias a los trabajos deRobert Koch, descubridor del microorganismo causante de la tuberculosis, el origen bacteriano de las infecciones en los humanos quedó establecido, y con él la credibilidad de las investigaciones listerianas. No creer en lo que no se ve ha sido una de las actitudes más retrógradas y que más ha lastrado el progreso científico (e incluso, diría yo, el progreso moral); no lo digo yo, lo decía yaEl pequeño príncipe deSaint-Exupéry. Catedrático de Cirugía (UAB).