Al contrataque

Condenada reinserción

Mario Conde, el pasado 15 de octubre en A Coruña.

Mario Conde, el pasado 15 de octubre en A Coruña. / pmv

Jordi Évole

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Ya es la segunda vez que pasa. La primera fue en el 2000: se presentó con el CDS a las elecciones generales, pero los votantes no se presentaron. Y ahora, en las autonómicas gallegas, volvieron a pasar de largo. ¿Pero qué es esto? ¿Estamos o no estamos a favor de la reinserción? Porque lo de Mario Conde ha sido una decepción cuando habría podido ser un gran ejemplo. ¡Condenados resultados!

De entrada, su ingreso en la cárcel ya fue un ejemplo para todos. Y es que, según él, no hizo nada. Por eso mismo, todas las personas que nunca habían hecho nada empezaron a temblar, pensando que en cualquier momento podían ser detenidas. Esta incertidumbre ha durado hasta hace un rato. Gracias al caso Bankia, todos hemos respirado tranquilos porque ahora ya ni te detienen por no haber hecho nada.

Y la estancia de Mario Conde en prisión también fue ejemplar. Pese a las hazañas que le precedían, 'Supermario' no hizo ningún túnel. Ni tampoco ningún AVE ni ningún aeropuerto sin aviones, cosa que sí han hecho después muchas personas al enterarse de que es muy probable que tampoco te pase nada aunque hayas hecho algo.

Supongo que fue allí, entre rejas, donde Mario Conde empezó a vislumbrar su proyecto político. Es lógico. Como nos pasamos el día diciendo que más de un político debería ir a la cárcel, él debió de pensar: pues yo salgo con ventaja, porque esto ya lo tengo hecho.

El tópico dice que los gallegos en una escalera son como la prima de riesgo: nunca sabes si suben o si bajan. Pero en este caso no era así. Conde iba disparado hacia arriba. Sin ir más lejos, era tertuliano nocturno. Y eso da prestigio. Y quería cambiar el enfoque de la política, y lo demostró comprándose unas gafas imantadas, de esas que se separan y se unen por medio de un imán en el puente. Por lo visto, no fue suficiente para atraer electores.

Dando la espalda, no

Así, dando la espalda, no vamos a poder reinsertar nunca a gente muy válida. Por ejemplo, ¿cómo pretendemos que Luis Roldán tenga ilusión por volver a falsificar su currículo y regresar a la política después de lo que le han hecho a Conde? Y después de lo que le han hecho a Conde, ¿cómo podemos esperar que Jaume Matas desee con todas sus fuerzas volver a presidir Baleares y nombrar a Urdangarin consejero de Hacienda para que pueda ir haciendo sus cosas? ¿Y cómo queremos que Alavedra o Prenafeta tengan unas ganas locas de presentarse a unas elecciones después de lo que le han hecho a Conde?

Pero tranquilos. Tras los condenados resultados Mario Conde confirmó que su proyecto político es «imparable». Como el paro.

Menos mal. Concedámonos otra oportunidad como votantes. En este país no podemos permitirnos el lujo de que alguien de su talla política no se lleve el gato al agua.