El turno

Nos han robado la lavadora

LLUCIA RAMIS

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Los indigentes podían vivir tres meses en aquel albergue, lapso que debían dedicar a encontrar trabajo. Una mañana desapareció la lavadora. Días más tarde, uno de los huéspedes, un chico listo y algo problemático, fue a hablar con el director del centro y le dijo: «Como han robado la lavadora, te vendo esta a buen precio». Era la misma.

Todos trabajamos para Bankia. Cada uno de nosotros aportará 600 euros para recuperar lo que nos han robado. Si no lo hacemos, se creará un efecto de sumidero y nos hundiremos en la miseria, eso dicen. También dicen que es un gesto solidario y nacional. O sea, si lo entiendo bien, en lugar de sancionar y echar al chico que quiere revenderle la lavadora, el director del albergue se la compra y, además, le pide que consiga un televisor para tener a los indigentes entretenidos. ¿No debería obligarle a devolverla, ponerlo a trabajar y cobrarle la lavandería como compensación por el robo?

Nos han quitado la casa, el coche, los ahorros, y encima se burlan de nosotros vendiéndonos de nuevo lo que ya pagamos para sostener el sistema que ha provocado esta situación. Cuando te roban, lo lógico es que te cabrees y pongas una denuncia. La denuncia ya está puesta. Pero además debes mentalizarte de que no tienes lo que tenías, y a eso nos cuesta más acostumbrarnos.

La estupefacción ante la estafa es tal que seguimos actuando como si tuviéramos casa, coche y ahorros porque es injusto que nos los hayan quitado. Por alguna extraña razón, seguimos esperando que lo devuelvan algún día. Alguien confundió la riqueza con la obscenidad. Como apuntaAntonio Bañosen Posteconomía, vamos de cabeza hacia el capitalismo feudal. Se laven o no los trapos sucios en casa, aún no hemos aceptado que tendremos que frotar a mano.