dos miradas

Apenas nada... o todo

EMMA RIVEROLA

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Recorre el pasillo en penumbra. Durante las últimas semanas el servicio de mantenimiento ha estado haciendo pruebas. Incluso hubo unos días que la oscuridad fue casi total. Al fin se ha optado por una media luz triste. Inquietante. Como su futuro. Cada noche, con sus compañeras de planta comparte especulaciones. Que si van a cerrar tantas camas, que si van a despedir a cientos. Unos aseguran que van a perder las pagas dobles, otros afirman que volverán a recortar los sueldos. Sea lo que sea, no quiere ni pensar en lo peor. Como desde hace más de 20 años, ella sigue recorriendo esos pasillos cada noche. Al fondo se enciende una luz. EsJulio, el efecto del calmante debe de estar cediendo. Acelera el paso. ¿Cómo está,Julio?, le susurra. No es nada. El hombre se ha desorientado y tenía miedo. Está solo. Ella comprueba que todo está en orden. Revisa las vías, toma la temperatura, alisa las arrugas de la sábana y, de nuevo, se sumerge en el pasillo de las incertidumbres. ¿Qué hará si se queda sin empleo?, se pregunta casi sin querer. Al momento se regaña a sí misma, sabe que no tiene respuestas. Las piernas le pesan y la cabeza le martillea. Últimamente no duerme bien. Mira la hora. Debería ir a visitar a la enferma recién operada. Su silueta se pierde en el pasillo. Apenas una sombra. Apenas un diminuto borrón en un listado de recortes. Apenas nada para algunos… Todo paraJulio.