EL DIVÁN SOCIALISTA (3)

Nuevos horizontes para el PSC

El socialismo debe practicar un reformismo fuerte y creíble y ocuparse de la ampliación de derechos

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DANIEL Fernández

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«Mientras los alemanes se atormentan con la resolución de problemas filosóficos, los ingleses, con su pragmatismo, se están riendo de nosotros, al mismo tiempo que conquistan el mundo». Este comentario de Goethe a Eckermann no pretende restar valor al imprescindible debate que se ha abierto en el socialismo catalán tras la derrota sufrida en las elecciones al Parlament. Me ayuda, en cambio, a apuntalar una convicción: la vida continúa y, en consecuencia, una parte sustancial del proceso de renovación que ha impulsado el president Montilla se irá construyendo a través de la tarea de oposición responsable al futuro Gobierno de CiU, de nuestra manera de afrontar las próximas elecciones municipales, y del desempeño de nuestras responsabilidades en la política española.

El 28 de noviembre supone el final de una etapa y el inicio de otra en el socialismo catalán. El PSC no necesita ser refundado ni redimido. No necesita ni un Alfortville ni un Épinay: no es una moribunda SFIO a la espera de un seductor François Mitterrand. Necesita, eso sí, un congreso que impulse una profunda renovación -no será la primera ni la última- a través del protagonismo principal de los afiliados, que son ciudadanos comprometidos con el proyecto socialista y no meros activistas electorales. Necesita un congreso que realice un balance sereno de la etapa concluida y coloque las vigas maestras del contenido, acentos, estilo, estrategia y liderazgo del proyecto para esta nueva etapa. Necesita, en definitiva, poner al día, abriéndose a la sociedad, su proyecto socialista, catalanista y federalista.

No deja de sorprender, vaya por delante, que las mismas opiniones publicadas que ensalzan la capacidad de CiU de aglutinar un espacio en el que cabe desde el independentista radical hasta el votante que suspira volver a gobernar con el PP aconsejen al PSC un esfuerzo de concreción -y reducción, añado yo- de su proyecto que incluya un viraje, bien hacia una radicalización de nuestro catalanismo, alejándonos del PSOE, bien en la dirección contraria. No cuela. El futuro del PSC pasa por continuar siendo, en palabras de Isidre Molas, «un partido de amplias fronteras». No es el momento de virajes que alegrarían el semblante de nuestros adversarios políticos, sino el de reforzar la vocación catalanista y federalista de nuestro proyecto en torno al pleno desarrollo del Estatut, del nuevo modelo de financiación y al avance de la España plural. Y también es el momento de hacernos algunas preguntas. Por ejemplo: ¿el lamento por la debilidad del PSOE para hacer frente al nacionalismo del PP ha ido acompañado, por nuestra parte, de una actitud valiente y clara desde el federalismo frente al nacionalismo de CiU? Me temo que no.

Pero el debate ha de ser fecundo en dos temas, a mi juicio, de mayor relevancia. No podemos limitarnos a proteger simplemente los avances sociales consolidados en el pasado, sino que debemos asegurar los cimientos de una sociedad mejor, sin desigualdades que excluyan o limiten. Esta actitud implica desarrollar un reformismo fuerte y creíble desde la escala local hasta la planetaria capaz de combatir tanto el conservadurismo de izquierdas como el neoliberalismo que, por cierto, en Catalunya, se ha disfrazado con los ropajes del soberanismo. Los andamios dogmáticos todavía existentes ya no sirven. De la crisis iniciada en el 2008 y que todavía padecemos se extraen dos conclusiones difícilmente discutibles: la globalización sin reglas, sin gobierno democrático, es una fuente de desestabilización y de injusticias; y no existe futuro para nosotros y nuestros hijos al margen de una Europa federal.

El segundo no es menos crucial. En una sociedad en la que el individuo ha ganado autonomía y centralidad, la socialdemocracia debe ser la opción que representa una apuesta clara por los valores posmateriales: ampliación de derechos -y responsabilidades-, igualdad entre mujeres y hombres, sostenibilidad, laicismo, progreso cultural y creatividad, diálogo entre generaciones, fortalecimiento de la legalidad internacional, tolerancia cero contra cualquier tipo de discriminación… La incorporación de esta agenda liberal y radical-demócrata al proyecto socialista es uno de los aciertos históricos del presidente Zapatero. Esta agenda, que conecta con las raíces de nuestro catalanismo de izquierdas y, muy especialmente, con la realidad social catalana de hoy, debe ocupar un espacio más medular y vital en el PSC del futuro del que ha tenido hasta ahora.

Evidentemente, los socialistas catalanes, a diferencia de los ingleses que admiraba el genio alemán, ni estamos para risas ni pretendemos conquistar el mundo. Pero si aspiramos a conquistar, desde la autonomía de nuestro proyecto, nuevos horizontes para nuestra sociedad deberemos hacerlo huyendo de atormentadas disquisiciones o melancolías a las que tan propensa es la izquierda y sin caer en un cinismo en el que la derecha, reconozcámoslo, no tiene rival.

Diputado del PSC. Portavoz adjunto

del Grupo Parlamentario Socialista

en el Congreso.