a pie de calle

Críquet en un campo de béisbol

Un jugador del Eagles, de negro, lanza la pelota frente a un bateador del Catalunya, de azul, ayer en Montjuïc.

Un jugador del Eagles, de negro, lanza la pelota frente a un bateador del Catalunya, de azul, ayer en Montjuïc.

CATALINA GAYÀ

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E l críquet es algo que ocurre de repente y es una espera hasta que, de nuevo, algo pasa. Eso es lo que he entendido esta mañana porque, por primera vez, he asistido a un partido de críquet. Jugaban Barcelona Eagles Críket Club contra el Catalunya Crícket Club. Y eso es: se enfrentaba un equipo de paquistanís (más un indio) contra otro, de indios.

El viernes, Khurram, del Eagles, me había dicho, en su casa y cenando con su familia, que sería algo «impresionante». Su madre, Shaheen (águila en urdú y, por eso, el nombre del equipo), había cocinado un arroz «impresionante» y, en la tele, Australia jugaba contra Suráfrica a críquet, claro. Solo un apunte: aunque no lo crea anoche muchos se desvelaron en Barcelona frente a algún canal deportivo viendo críquet.

El viernes, la pantalla se congelaba vez en cuando y, entonces, Alí, hermano de Khurram y hoy en el campo, explicaba historias de un corazón de 24 años. Fariha, esposa de Khurram, mostraba las fotos de su boda y el mismo Khurram recordaba frente a una imagen el primer roce cariñoso (la mano sobre su hombro) que tuvo con su mujer.

Esa pantalla estática, que a ellos no les molestaba, era el preludio de ese no momento que ahora vivo desde la banqueta. Es un no espacio-no tiempo-sí silencio. Pienso que Khurram llevaba razón y he vivido algo «impresionante». Pocas veces la parsimonia, la paciencia y el suspense toman un sentido de ritual oriental. Frente a mí, las palmeras verde mediterráneo, el césped verde agua, el azul de un equipo es elmismo que el del cielo de diciembre. A la derecha, la palmera de hierro de Calatrava y, de vez en cuando, un avión rozando la montaña. Silencio hasta que los 22 jugadores gritan porque el bateador esta vez sí lo consiguió. Como espectadores, un científico indio que investiga el clima en la ciudad y yo. Nadie más. De hecho, yo aplaudo cada vez que él lo hace como para que los chicos sientan que hay alguien. «Muchos de nosotros no tenemos la familia aquí. El críquet nos hace volar hasta ellos», dice un jugador del Eagles.

Cinco días de juego

3 En la banqueta del Catalunya Críket Club, Robert Masih, presidente de la unión de clubes, explica que en solo dos años en Catalunya se han creado 26 equipos. Hasta hay una selección catalana que empató hace poco contra España. Y eso que aquí no hay campos de críquet. De hecho, el partido se juega en el campo de béisbol porque por ahora solo han arrancado un principio de acuerdo con la Generalitat para conseguir una cancha adecuada. «Y el Gobierno ha cambiado. Ya veremos», dice Robert. El partido es amistoso. Se alargará cinco horas pero, en realidad, puede durar cinco días. De nuevo, el suspense, el tiempo oriental. H