La presencia del padre

En estos días de fiesta he leído Sempre hi ets, el documento que ha escrito el periodista Adam Martín sobre los padres y madres de los políticos catalanes. No es preciso decir que el libro es un oasis después de tantas tiranteces electorales. Es un oasis para los lectores que entran y para todos aquellos que ven la política como un desierto donde solo hay aridez, falsedad y satisfacción de los bajos instintos. Los políticos, en el trabajo de Martín para Ara Llibres, son, ante todo, hijos. Algunos han recogido la herencia paterna y han aplicado determinados principios éticos a su tarea pública. Algunos se emocionan al recordar a los padres ausentes o al hablar de los que están enfermos. Los hay que se confiesan a corazón abierto y admiten una relación distante y fría. Los hay que los ven como pilares y los hay que los perciben como edificios en ruinas. Hay dramas personales muy intensos, incluso tragedias. Está, también, la felicidad reflexiva de saberse querido y protegido y el temor de pensar si el hijo, cuando pasa a ser padre, será capaz de mantener la continuidad de la historia, la maestría que se supone al padre y a la madre, también la ternura.

Este es un libro que humaniza a nuestros políticos. Después de haber entrado en su niñez, después de haber visto cómo se relacionaban con la familia, seguro que los miraremos distinto. La democracia no es un territorio acotado para los elegido, sino un espacio para la civilización.