Opinión | Editorial

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Un clásico del fútbol como nunca antes

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Cada confrontación entre Barça y Madrid se acaba convirtiendo, quizá de manera exagerada, en el partido del siglo, pero el clásico que se disputará el lunes en el Camp Nou reúne todas las condiciones para reclamar con justicia un título tan rimbombante. Se concentran en el duelo múltiples factores que lo convierten en un evento único, en un espectáculo inigualable. Solo cabe retener un dato: entre los dos suman 17 jugadores seleccionados por la FIFA

para completar el mejor once del año. La acumulación de figuras futbolísticas parece presagiar un enfrentamiento de alto nivel deportivo, muy probablemente el mejor que hoy puede darse en el mundo del fútbol. Por ello, el clásico, ya de por sí interesante, genera esta vez una expectación mayor si cabe, con una amplia cobertura en todo el planeta, pese a jugarse en un día laborable.

El Barça-Madrid llega cuando los dos equipos han logrado acceder a un nivel óptimo en su juego. Hace tiempo que no se contemplaba una paridad similar, aunque es cierto que a través de filosofías radicalmente distintas. El Barça de Pep Guardiola basa su fortaleza en la discreción, en el elogio y enaltecimiento de la cantera, en un juego colectivo que maravilla y que ya se ha convertido en una auténtica marca de prestigio. El Madrid de José Mourinho, en contrapartida, es un conjunto heterogéneo, construido a base de grandes inversiones y con la pretensión de despuntar a base de la disciplina y la personalidad que el técnico portugués confiere a sus equipos.

La pretensión del conjunto blanco -en especial, claro, de su entrenador, obcecado con los colores azulgranas- ha sido, en los días previos al encuentro, caldear el ambiente con bravatas de todo tipo que el Barça, de la mano de Guardiola, ha sabido contener con elegancia y deportividad. Este es también el deseo de la directiva. El mosaico que el lunes exhibirá el Camp Nou (T'estimo, Barça) es un alegato a favor de las propias convicciones, de la confianza en uno mismo. Es preciso actuar de manera cívica y responsable. Y celebrar, a ser posible, el triunfo justo conseguido gracias a una mayor excelencia futbolística. La manera culé de entender este deporte debe concretarse en el césped y también en la grada.