La salida de la crisis

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Conocer mejor el poder de la economía exponencial es una oportunidad que debemos aprovechar

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MIQUEL Barceló

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Ante un título tan extraño, el lector se preguntará de qué puede tratar este artículo. ¿Es la combinación de la primitiva que salió ayer? ¿Es un nuevo juego donde tenemos que adivinar cómo sigue la serie? Si el lector tiene paciencia y lee todo el artículo, verá que es un símbolo del cambio de modelo económico que se está produciendo hoy en el mundo.

Hace ya tiempo que todos hablamos de crisis económica, pero seguramente no nos damos cuenta de que estamos hablando de tres crisis que se superponen. La primera: la crisis financiera. Ya conocemos sus causas y efectos, y parece que en un par de años las nuevas cajas resultantes de la revolución del FROB ya serán como los bancos y volverán al crédito normal. Los bancos también habrán saneado sus balances. Esperamos que unos y otros habrán aprendido la lección.

La segunda crisis, influida por la anterior: la crisis del consumo, la construcción, la falta de competitividad, el paro, etcétera. Es una crisis cíclica del sistema productivo, otra más. Acentuada por el peso del sector de la construcción y por el retraso en la toma de decisiones del Gobierno español. Pero que también pasará. Va a durar aún unos años, y la población ya está sufriendo las consecuencias, pero pasará y el país tendrá que situar su nivel de consumo privado y de servicios públicos de acuerdo con su riqueza eral. Se acabó la fiesta.

Pero, aun siendo importante todo lo anterior, lo es todavía más que tenemos una tercera crisis: la del cambio de modelo económico y productivo. Resulta que cuando superemos las dos crisis anteriores nos encontraremos de cara con una nueva realidad que ha estado escondida por aquellas. Mientras nosotros estamos sufriendo las dos crisis, la financiera y la de competitividad de la economía, el mundo se encuentra en plena revolución: la revolución digital y del conocimiento.

Está emergiendo un nuevo sistema productivo basado en unas reglas y unos valores radicalmente distintos de los de la sociedad industrial tradicional en la que aún estamos viviendo. Es un proceso histórico parecido al de la primera y la segunda revolución industriales, que cambiaron el panorama económico, social y cultural de nuestro país.

Una de las características de esta crisis de modelo es la nueva economía exponencial. Hoy se ponen de manifiesto procesos que podemos situar dentro de ese concepto (Curtis Carlson, 2006), que incluye las partes de la economía que evolucionan siguiendo tasas de crecimiento exponencial, como las computadoras, las redes o los contenidos digitales, entre otros.

Un claro ejemplo de la nueva economía exponencial la observamos en el sector de las computadoras con la llamada ley de Moore. Esta ley dice que la capacidad de los ordenadores se multiplica por dos cada año y medio desde los años 60. Gracias a la ley de Moore, hoy podemos tener todos un ordenador en casa mucho más potente que los grandes ordenadores de los años 80 y a un precio asequible. Con la globalización y la economía del conocimiento tienen lugar actividades económicas que crecen de forma exponencial. No es fácil entender los mecanismos que actúan en estas actividades.

De momento, recordaremos un cuento que nos ilustra sobre el poder de las funciones exponenciales. Es la fábula del rey Shirham. Érase una vez un rey que se aburría y convocó un concurso para ver quién podía inventar un nuevo juego. Se presentaron muchos ciudadanos del reino hasta que uno inventó el juego del ajedrez. El rey, agradecido, le preguntó qué premio deseaba. El ciudadano inventor le respondió que le diera tanto trigo como resultara a razón de un grano en la primera casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera, y así hasta la última, multiplicando por dos el número de granos por cada nueva casilla. Se trataba, pues, de doblar la cifra de granos para cada nueva casilla hasta llegar a la 64. Parecía una petición razonable, y hasta cierto punto sorprendente. Aparentemente, podría haber pedido cosas de mayor valor. Pero resulta que el ciudadano inventor conocía el poder de las funciones exponenciales, y el rey, no. Hasta que al final se dieron cuenta de que el número 2 elevado a la potencia 63, que eran los granos a colocar solo en la última casilla, eran miles de millones de granos (más de 9 trillones), muy superior a la producción de todo el reino y, probablemente, de toda la Tierra.

Algunas versiones de la leyenda acaban diciendo que el rey se sintió engañado e hizo cortar el cuello del inventor. Una cosa es jugar con las matemáticas, y otra con el poder. Pero, sea como sea, la fábula nos enseña que los procesos exponenciales de la nueva economía pueden llegar en pocos años a proporciones impensables en su inicio. Su aplicación a casos concretos nos debe permitir conocer mejor el poder de la economía exponencial y el alcance de la tercera crisis, que representa también una gran oportunidad. ¿La sabremos aprovechar o vamos a perderlo todo? Presidente de la Fundació Btec.