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La obsesión de Laffer

LUIS De Sebastián

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Arthur Laffer es un economista que, siendo profesor de la Universidad de Chicago, popularizó una curva que se doblaba hacia atrás (como un arco tensado) para presentar la relación entre el nivel de impuestos y la recaudación fiscal. Con ella logró convencer al presidente Reagan de que, bajando los impuestos indiscriminadamente, recaudaría mayores ingresos fiscales. Vamos, la cuadratura del círculo: bajar los impuestos para recaudar más. Algo de eso propone el catecismo económico del PP. La idea de Laffer era que, al tener más ingresos disponibles, los empresarios invertirían más (y no lo ahorrarían para los malos tiempos), y los ciudadanos gastarían todo dinero que ya no tenían que pagar a Hacienda (y tampoco lo ahorrarían, por si acaso). Esos comportamientos de inversores y consumidores activarían la economía y, al final, el Estado recaudaría más. Esa bendita secuencia supone que: a) las decisiones de invertir dependen de una manera esencial de los ingresos disponibles, b) que el consumo en tiempo de crisis también depende de esos ingresos. En la realidad no se cumplen ni a) ni b), porque en tiempo de crisis lo que influye en las decisiones de invertir y de consumir son las expectativas que se tienen sobre el curso de la economía en el corto y mediano plazo, que el PP ya se ha encargado de pintarlas muy negras. La lógica de la curva de Laffer se basa en unos comportamiento y una argumentación que han sido desmentidos una y otra vez por los hechos, a la que, sin embargo, la derecha universal se aferra para lograr bajar los impuestos a como dé lugar. Reagan se dejó influir por la curva de Laffer, bajó los impuestos, y acabó con un déficit fiscal del 6 % del PIB en 1985, el resultado lógico de aplicar una falacia a la conducción de la economía.