Una divertida metáfora del capitalismo salvaje
¿Qué hacer hoy, 30 de enero, en Barcelona?
La Sala Atrium estrena la comedia 'Monopoli', escrita por Mar Monegal
Eduardo de Vicente
Periodista
El Monopoly es un popular juego de mesa al que casi todos hemos jugado aunque quizás sin reparar demasiado en su perverso mensaje: comprar propiedades para poder edificar y cobrar un alquiler al que pasa por allí hasta conseguir arruinarlo. Ese es la auténtica finalidad de la partida, que uno se enriquezca a costa de empobrecer al contrario, una cruel lectura de la economía de ayer y, aún más, la de hoy. Este es el punto de partida de Monopoli, una comedia tan divertida como amarga escrita por Mar Monegal (Ramon) y codirectora junto a Josep Galindo (La maternitat d’Elna, Alícia ja no viu aquí) que puede verse en la Sala Atrium hasta el 10 de febrero tras prorrogar fechas debido al éxito.
El escenario representa el comedor de un piso en el que hay dos taburetes y una mesa. Al fondo, un arco con dos entradas sobre el que se irán proyectando imágenes que acompañarán a la situación que están representando, un original y económico recurso para ir cambiando de decorado o ambientación cuando se requiere. Un micrófono servirá para subrayar determinados conceptos.
Dos treintañeros sin hogar
Cuando entramos se escuchan en off los nombres de paradas de metro mientras suena el trino de los pájaros y los actores se encuentran despreocupados en escena. Se dirigen más al público de lo que hablan entre ellos, sobre todo al inicio, para explicarnos quiénes son y cómo han llegado a esa situación. Se trata de Pol (Eduard Buch) y Montse (Sara Espígul), dos treintañeros que nos cuentan, en tercera persona, cómo se conocieron, enamoraron y se fueron a vivir juntos a la calle Llibertat. Tras este prólogo, como si fuera una película, aparecen los créditos.
Ambos resultan simpáticos, te caen bien desde el primer momento, y son muy cercanos, te miran a los ojos como queriendo que reacciones a sus palabras. Viven en un quinto piso sin ascensor ni gas, por lo que deben utilizar el butano. La propietaria es una anciana con la que tienen muy buena relación mientras ellos van reformando el espacio. Pero todo cambia cuando reciben una notificación de que se ha puesto enferma y sus hijas les instan a abandonar su vivienda y mudarse.
¿Y ahora, qué?
Es entonces cuando, como cualquier otra pareja, se enfrentan a la extrema dificultad de encontrar otro lugar donde vivir con los alquileres y las hipotecas disparados y exigiendo unas condiciones económicas inasumibles para ellos (y para la mayoría de la gente). La trama también sirve para criticar el elevado precio de la luz, los abusos bancarios o la maldita obsolescencia de los electrodomésticos. Real como la vida misma por lo que resulta tremendamente sencillo identificarse con los personajes.
Pero el momento clave es el enfrentamiento entre ellos en una partida de Monopoly en el que se juegan lo que más desean. Él quiere conservar sus películas de DVD y su batería y renunciará a ellos si pierde. Pero si es el vencedor, ella, una compradora compulsiva vía Amazon, estará un año sin comprar absolutamente nada. La tensión irá subiendo entre ellos a medida que avanza el juego hasta convertirse en una auténtica guerra.
El capitalismo y un epílogo maquiavélico
El texto es sumamente ingenioso e inteligente, por algo obtuvo el premio en el Torneo de Dramaturgia del Temporada Alta, una metáfora del despiadado capitalismo que no atiende a excusas. Como en las instrucciones del juego, esas son las reglas y absolutamente nadie puede saltárselas. Se habla del caso insólito de la república de Weimar, de la necesidad de una sanidad pública o de la fantasía de lograr un gran premio en la lotería. Al final quién de los dos gana pasa a ser irrelevante, frente al capitalismo salvaje todos perdemos.
Durante toda la función va sonando intermitentemente el tema Ain’t got no / I got life de la ópera rock Hair en diferentes versiones. Cuando pensamos que la obra ha finalizado aún hay un maquiavélico epílogo adicional a modo de conclusión por si a alguien no le había quedado clara la insensatez del sistema que parece una obra de Kafka. También se aprovecha para proyectar el vídeo de Nina Simone, con la letra subtitulada, interpretando dicho tema para acabar de asentar la tesis.
Todos a la cárcel… del juego
Al final, el público aplaude a rabiar. Se nota que es un aplauso muy sincero, de los de verdad, carente de postureo, como queriendo agradecer lo que nos han explicado y, sobre todo, el tono desenfadado e irónico empleado. Una denuncia de la sociedad actual que demuestra por qué existe el arte, para poner las cosas en su sitio. La próxima vez que juguemos al Monopoly, seguro que no lo veremos igual que antes.
<div class="ep-film"> <div class="thumb"> <img alt="item" class="loading" src="https://estaticos-cdn.elperiodico.com/clip/clip/566a1d04-e7f7-4777-9672-289765bad2b9_media-libre-aspect-ratio_default_0.jpg" pinger-seen="true" data-was-processed="true"> </div> <div class="txt"> <h3>'Monopoli'</h3> <p><strong>¿Dónde?</strong> Sala Atrium (Consell de Cent, 435).</p> <p><strong>¿Cuándo?</strong> de miércoles a sábado (20 h.) y domingos (18 horas). Prorrogada hasta el 10 de febrero.</p> <p><strong>Precio:</strong> a partir de 9 euros.</p> <p><strong>Más información:</strong> <a href="https://www.atrium.cat/ca/programacio/c/119-monopoli.html?goto=funcions" target="_blank">Sala Atrium.</a></p> </div></div>
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