¿Qué harías si heredaras 512 ovejas?

A la gente de ciudad, el campo nos parece un territorio ideal para pasar unos días en plena naturaleza, tomar aire fresco lejos de la contaminación y asombrarnos de cada pequeño detalle (con razón nos llaman pixapins). Pero ¿y si tuviéramos que quedarnos allí una buena temporada y ejercer de agricultores o ganaderos? ¿nos atreveríamos y sabríamos hacerlo? Esta curiosa pregunta es la que nos hace Ovelles, una divertida comedia que produjo y estrenó la sala Flyhard en el 2018, que se convirtió en un éxito inesperado y se fue de gira por Catalunya. Ahora regresa por solo unos días (de lunes a jueves hasta el día 30 de septiembre) al Teatre Poliorama.

Tanto el ingenioso texto como la eficaz dirección son obra de Yago Alonso y Carme Marfà, expertos dramaturgos y guionistas de programas televisivos de humor. Y se nota por su adecuado ritmo, sus dosificadas bromas y el buen rollo que transmiten. Los protagonistas son tres hermanos. Víctor (Albert Triola), un arquitecto que ejerce la función de hermano mayor, es muy responsable y acaba de romper su relación con su pareja, Cesc. Alba (Sara Espígul) es algo hipocondríaca, caótica y tiene un niño de un año y medio mientras que Arnau es un ingeniero informático, más caradura y egoísta (un personaje que es un caramelo para Biel Duran).

Tres hermanos muy distintos

El escenario representa el comedor del primero, todo bastante de diseño como sus cuadros, una mesita con su lamparita, un puff y, a mano derecha, unos archivadores sobre los cuales hay bebidas y vasos. La estantería tiene pequeños detalles como un cubo de Rubik, una radio o una lámpara que parece salida del logotipo de Pixar. Cuando entramos en la sala, Víctor ya se encuentra allí, sentado en el sofá. Está esperando la llegada de sus hermanos.

La primera en aparecer es Alba, que acaba de dejar aparcado el coche en la zona azul, ha dejado al bebé con la canguro y parece tener prisa. Víctor la acoge con su habitual actitud proteccionista. Como de costumbre, Arnau llega tarde y da la impresión de que ya están acostumbrados a ello. El contraste entre los tres es evidente. El motivo de la reunión es decidir lo que van a hacer con la herencia que han recibido del tío Cinto, que vivía en el pequeño pueblo turolense de Bezas (según el Instituto Nacional de Estadística tiene tan solo unos 70 habitantes).

Una herencia envenenada

Víctor, que ha sido el encargado de estudiar el tema, les informa. Su legado consiste en un rebaño de 512 ovejas y un viejo perro pastor y pueden conseguir una buena cantidad de dinero por ellas. El problema es que nadie parece interesarse en comprarlas a corto plazo. Durante esos días las ha cuidado Rufino, el alcalde de la localidad, pero está a punto de operarse y no se podrá ocupar de ellas. La única solución es que un pastor local se encargue a cambio de 1.500 euros al mes.

No todos ellos disponen de una economía que les permita ese dispendio por lo que llegan a la conclusión de que uno de ellos debe sacrificarse e irse a vivir al pueblo para hacerse cargo del rebaño. Pongámonos en su situación, ¿quién de nosotros se atrevería a cambiar de vida tan radicalmente y aprender lo necesario para poder atenderlas? Como era de esperar, estalla la tensión entre ellos, que pondrá sobre la mesa sus problemas personales y tendrá consecuencias imprevisibles.

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Una sátira con recursos ingeniosos

La obra, de tan solo una hora y cuarto de duración, se pasa volando y destaca por algunas escenas como la más memorable, en la que conectan unas cámaras a distancia para verlas utilizando un recurso tan imaginativo y sorprendente como sencillo; el más tierno, con los recuerdos de infancia que se despiertan al aparecer objetos de cuando eran niños, o el monólogo de Alba sobre los problemas de vivir en la gran ciudad.

Es una sátira urbana que esconde también cargas de profundidad sobre nuestra incapacidad (o falta de voluntad) de adaptarnos a un entorno radicalmente opuesto al nuestro, que también desvela que, cuando hay dinero por en medio, no hay fraternidad que valga. Si nos dejamos llevar por esta propuesta teatral nos reiremos mucho, cierto, pero también saldremos con algo de amargura y pérdida de fe en la condición humana. Son débiles, cobardes y conformistas y se dejan llevar mansamente por la opción más fácil. ¿Quién se comporta, en realidad, como una oveja?  

<div class="ep-film"> <div class="thumb"> <img alt="item" class="loading" src="https://estaticos-cdn.elperiodico.com/clip/clip/62e2d44b-cfb6-477e-a81f-b272138ce2a9_media-libre-aspect-ratio_default_0.jpg" pinger-seen="true" data-was-processed="true"> </div> <div class="txt"> <h3>'Ovelles'</h3> <p><strong>¿Dónde?</strong> Teatre Poliorama (Rambla dels Estudis, 115).</p> <p><strong>¿Cuándo?</strong> de lunes a jueves, a las 20 horas. Hasta el 30 de septiembre.</p> <p><strong>Precio:</strong> de 9,45 a 26,95 euros.</p> <p><strong>Más información:</strong> <a href="https://www.teatrepoliorama.com/ca/programacio/c/172_ovelles.html" target="_blank">Teatre Poliorama.</a></p> </div></div>