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Fotografías contra el abuso infantil

Las víctimas exponen sus creaciones en 'Material sensible'

material obrir

material obrir / CASA ELIZALDE

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Una de las muchas virtudes que tiene el arte es su capacidad terapéutica, puede ayudar a la gente con problemas a expresarse y así superar los traumas. En esta línea tiene un valor extraordinario la exposición que puede verse hasta el 28 de mayo en la Casa Elizalde, Material sensible. Consiste en un proyecto fotográfico de las fundaciones Photographic Social Vision y Vicki Bernadet que han reunido a ocho personas que han sido víctimas de abusos sexuales en su infancia y han decidido salir a la luz para visibilizar esta realidad silenciada y sensibilizar a la sociedad sobre este tema que padecen uno de cada cinco niños. Para ello han creado diversas imágenes que les permiten revisar el pasado, reconstruir su propio relato y reparar su identidad. Obras poderosas, sinceras, valientes y de denuncia para que evitemos mirar a otro lado. Escuchemos lo que tienen que decirnos.

Los tatuajes y la disociación

Karyna Pozzatti reconoce que comenzó este viaje "sin mapas ni garantías, recorrí mi cuerpo, mi vida. Todo lo que quiero es poder recordar algún día sin que haga daño". Y lo muestra mediante nueve fotos en blanco y negro de brazos, piernas o una espalda con tatuajes cada uno de los cuales simboliza una superación personal. Los mensajes que emiten son “Brave brothers”, “I’m stranger” o el más poético “Edelweiss”, una mariposa o imágenes florales. Las frases que rodean este grupo de imágenes son muy explícitas como la cita de Richard Bach, “el vínculo que te une a tu auténtica familia no solo es de sangre, sino también de respeto” o lemas de apoyo como ”del sufrimiento han salido las almas más fuertes; los caracteres más sólidos están llenos de cicatrices” o “si alguna vez sientes miedo, ¡salta!, puede que caigas puede que vueles”. Y una confesión: “solo yo puedo pagar el precio de haber vivido en silencio”.

Las fotografías de tatuajes, ordenadas en forma de cruz, de Karina Pozzatti.

Las fotografías de tatuajes, ordenadas en forma de cruz, de Karyna Pozzatti. / EPC

Esther González Ruiz admite que, gracias a este proyecto, ha liberado muchos miedos, ha aprendido a mirarse y a valorarse más. Lo ejemplifica en Disociación mediante partes de una casa a oscuras por las que aparece una luz bien sean ventanas o el reflejo de un espejo o las olas. En el texto que las acompaña explica que su “cerebro decidió protegerme para sobrevivir, mi alma salió de mi cuerpo; todo funcionaba de forma automática hasta que la asfixia se apoderó de mí y exploté” y acaba preguntándose “¿cómo respiran los demás?”

La autora muestra su silueta entre la luz y la oscuridad.

La autora muestra su silueta entre la luz y la oscuridad. / ESTHER GONZÁLEZ RUIZ

La amistad y el desenfoque

Luis Barona García ha descubierto que la felicidad puede estar en instantes tan pequeños pero tan intensos como una fotografía. Las suyas son positivas, en su mayoría ambientadas en la naturaleza: árboles, bosques nevados, las rocas en el mar o unas huellas en un camino, así como un pequeño cuadro con dos manos enlazándose “la amistad reflejada en las manos de dos amigos” como símbolo de agradecimiento.

En la obra de Luis Barona destacan la naturaleza y la amistad.

En la obra de Luis Barona destacan la naturaleza y la amistad. / EPC

N/N son las siglas tras las que se esconde alguien anónimo que también ha querido ofrecer su testimonio; advierte que ha intentado establecer “un diálogo en la intimidad” y asegura que solo lo ha hecho por la necesidad de expresarse “sin querer ser ejemplo de nada ni de nadie”. Suyo es un montaje de 15 imágenes desenfocadas que juegan con las luces y algunas parecen ser gritos desesperados. En el texto que las acompaña habla de “aceptar el camino de confusión y violencia, romper con el silencio encontrando palabras para confesarme” y acabar por “inventar límites, jugar y habitar sin miedo este cuerpo, mi cuerpo”.

Una artista anónima muestra una colección de imágenes desenfocadas.

Un artista anónimo muestra una colección de imágenes desenfocadas. / N / N

Los bordados y el propio cuerpo

Priscila Barbosa explica cómo el horror provoca el Des(bordar)miento de las emociones y, para ello, exhibe en una vitrina diversos enseres de costura: agujas, hijo, tijeras, una muñeca o como esos tejidos se combinan con los troncos o las ramas. Se pregunta: "¿Qué hilos han tejido mi historia? Unas memorias que, una vez bordadas, se han convertido en historia” y que muestran todo aquello que no ha podido expresar. En lo alto, una mujer desnuda de espaldas mirando por la ventana y, en primer plano, una muñeca de trapo y varios bordados.

La vitrina que reúne los materiales de 'Des(bordar)miento',

La vitrina que reúne los materiales de 'Des(bordar)miento'. / EPC

Para Camila exponer ha sido una terapia que le ha supuesto “atreverme a mostrarme tal como soy después de esconderme (de mí misma) durante tanto tiempo”. Son diez fotos de partes del cuerpo: los ojos, la boca (tapada y destapada), las manos, los brazos, su silueta o un autorretrato frente a un espejo. Junto a ellas asegura que “nuestras ganas de vivir pesan más que los años de silencio y de autoboicot, de mirar para otro lado” y concluye asegurando que “la mejor manera de vengarme y salirme con la mía es ser yo, amarme a mí misma e integrar todo este aprendizaje”.

La autora muestra imágenes de partes del cuerpo.

La autora muestra imágenes de partes del cuerpo. / CAMILA

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Solidaridad y autoafirmación

Paola Vanegas cuenta que transita “por la tristeza para dejar atrás la culpa y encontrarme a mí misma. Sanar, respirar y volver a vivir, esta vez plenamente”. Para ello ha hecho ocho fotografías en blanco y negro con títulos como Indefensión aprendida, Insomnio, Silencio, Dolor o La suciedad representadas por un vaso con cigarrillos apagados, la silueta de una mano, una mujer pensativa o unos ojos aterrorizados. Asegura que ha pasado por momentos muy duros, pero que siente que “ya va siendo hora de sonreír” y acaba apelando a la solidaridad: “si le pasa a alguien cercano, ayúdale. No dejes que llegue a adulto como he llegado yo”.   

Paola Vanegas muestra una colección de imágenes en blanco y negro.

Paola Vanegas muestra una colección de imágenes en blanco y negro. / CASA ELIZALDE

Por último, Abel Parra desvela que esta experiencia le ha servido para “ordenar e integrar mi propia historia, tomar distancia y, casi literalmente, ver lo que me ha pasado”. Su trabajo consiste en una veintena de fotografías pequeñas en color en las que hay desde paisajes hermosos a mucha oscuridad y escribe una carta a su yo de pequeño en la que le dice que no debe sentirse culpable y le advierte que el abuso “empieza como un juego, pero no lo es” para acabar con gestos de autoafirmación: “eres un valiente por decir basta, sin importar el tiempo que hayas necesitado para decirlo. Y créeme, serás libre. Tú nos harás libres”.

El autor retrata la oscuridad, tras la cual deja una puerta abierta a la esperanza.

El autor retrata la oscuridad, tras la cual deja una puerta abierta a la esperanza. / ABEL PARRA SORRIBAS

Y además...

Paralelamente se han organizado actos complementarios como una charla con las organizadoras del proyecto (martes 11, 19 horas) o la obra teatral Serà el nostre secretdirigida por Daniela Feixas e interpretada por Marta Montiel, Elies Barberà y Èric Serrano (20 y 21 de mayo, 19 horas) que habla de los abusos sexuales contra los menores a partir de las experiencias de personas que lo han vivido e incluye un coloquio posterior con expertos. Una exposición con imágenes y frases conmovedoras para que conozcamos de primera mano lo que sienten y sufren las víctimas de estos abusos infantiles, cuyas vivencias les han convertido en un material y unas personas extremadamente sensibles a las que deberíamos prestar más atención.