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Un documental repasa la vida y obra del mago y presentador Pepe Carrol

Cuenta con la colaboración de amigos y compañeros de trabajo y puede verse gratuitamente

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Eduardo de Vicente

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En los años 80 hubo un local barcelonés que destacó entre todos por su dedicación a diferentes disciplinas artísticas y sirvió como trampolín a grupos como El Tricicle o Las Chanclettes y magos como el Mag Lari quienes lo utilizaban como banco de pruebas para sus futuros espectáculos. Esta sala era el Llantiol, que sigue abierto actualmente con una programación centrada en los monólogos, pero en aquella década era otra cosa. Este café teatro ofrecía un espectáculo presentado por el genial maestro de ceremonias Joan Gimeno, el Joel Grey catalán, y constaba de dos partes en las cuales los artistas de ese mes ofrecían dos números distintos mientras Gimeno improvisaba con los espectadores. Casi siempre había un mago y los habituales del lugar sabían que, cuando acababa la función, llegaba lo mejor porque quienes no tenían prisa podían ver magia de cerca.

Así, en la distancia corta, es donde se demuestra la profesionalidad, es más difícil engañar al ingenuo espectador que tienes a dos palmos y allí fue donde muchos descubrimos el talento de uno de los mejores, Pepe Carrol, que estuvo allí durante bastante tiempo. Más tarde se haría famoso en la televisión donde no solo hizo magia, sino que también se convirtió en presentador. Pero su prematuro fallecimiento en el 2004, víctima de un infarto de miocardio con tan solo 46 años acabó con la carrera de un espléndido artista. Ahora podemos repasar su vida y obra en un documental, con la colaboración de Academia de Magos Artesanos, que puede verse gratuitamente en Vimeo.

Entre magos anda el juego

La película está basada en un artículo escrito por su amigo, el escritor y guionista Ramón Mayrata (Pepe Carrol: el hombre que quiso vivir en el país de las maravillas), ya que su nombre artístico lo tomó del autor de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll. La dirige el también ilusionista Carlos Devanti y tras la cámara se encuentra Rafael Egea. Los tres presentan la película: el primero cuenta algunos recuerdos de Carrol, al que define como un hombre entrañable y tímido, y los otros dos destacan el privilegio que han tenido de acercarse a gente que tuvo la generosidad de compartir sus anécdotas con ellos.

Tras un cuarto de hora de introducción se inicia Carrol, un mago en conflicto mientras suena el Otoño de Las cuatro estaciones de Vivaldi. A lo largo de unos 60 minutos van apareciendo amigos y compañeros suyos, en su mayoría los entrevistados son magos, así como fragmentos de vídeos caseros (eran los tiempos del VHS) con sus juegos, alguna entrevista que le hicieron por televisión así como fragmentos de los programas televisivos en los que intervino.

De los escenarios a la televisión

Descubriremos cómo fue su padre quien lo introdujo en el mundo de los trileros y los tahúres (palabra que mencionaba muy a menudo) y que dio sus primeros pasos junto a los hermanos Lorgia dejando atrás su carrera de ingeniero de caminos y su amistad con Juan Tamariz con el que compartió escenario y experiencias durante su estancia en Madrid. Cuentan sus amigos que llegó a mimetizarse tanto con su mentor que tuvo que distanciarse algo para ser él mismo, algo que consiguió en el Llantiol barcelonés que utilizó para pulir sus juegos y su actuación, así como la especialidad de la magia de cerca.

Llega la televisión a su vida con pequeñas apariciones en Magia Potagia y regresa a Madrid, donde participa en el campeonato de magia y conocemos las interioridades de su número Rollover ases, con el que obtuvo el primer premio y decidió dar un giro a su carrera abandonando su especialidad de cartomancia para pasar a las grandes ilusiones. Todo ello coincidió con su contrato televisivo que le obligaba a pasar por distintos programas hasta que llegó Genio y figura (1994), donde todo cambió. Era un sencillo programa de chistes veraniego donde debutaban o casi Chiquito de la Calzada y Paz Padilla, entre otros, y se convirtió en un éxito sorpresa lo que provocó su continuidad y llegó el momento de la fama aunque no como mago, sino como presentador.

Un triste final

Esto se tradujo en más ofertas de trabajo, más presión por los índices de audiencia, menos tiempo para crear juegos nuevos. Era ingenioso, con chistes rápidos y gags imaginativos pero, claro, no era un entrevistador. Se nota en su floja conversación televisiva con su amigo Tamariz. La depresión se apoderó de él tras un suceso familiar, debió recurrir a la medicación y después de rehacerse con una nueva relación, la tragedia volvió a entrar en su vida. Resulta doloroso ver una de sus últimas actuaciones, en el programa Vaya.com en el 2003. Se le nota triste, apagado, carente de entusiasmo, ha perdido su ritmo y su vocalización no es la de antes. ¿Murió de un infarto o de pena? Un final desolador e injusto para un gran artista al que vale la pena recordar y reconocer que él si que fue un genio y una figura.