ARTE

Dentro de la ballena

Una escultura interactiva de 20 metros de longitud invita a imaginar un recorrido por el esqueleto del animal más grande del mundo

Dentro de la ballena

Dentro de la ballena / periodico

Sonia Gutiérrez

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¿Qué pasaría si fuéramos engullidos por una ballena? Mejor no probarlo. ¿Y si hablamos de un gigantesco armazón de hierro y madera, con forma de ballena, con sus costillas y su enorme cráneo, en el que pudiéramos entrar y verlo desde dentro? Así suena mejor. Si, además, invita a interactuar y descubrir sonidos de la naturaleza, seguro que niños y no tan niños pasan un rato divertido. Los artistas Marcos Romero y Germán Consetti proponen esta vivencia en 'Azul', una instalación escultórica que se expondrá desde el 18 de marzo hasta el 6 de abril, en el 'hall' principal de L’Illa Diagonal.

Lo primero que llama la atención de 'Azul' es su tamaño: 20 metros de largo y lo suficientemente alta como para que quepa una persona de pie. Dos toneladas de materiales recogidos de la naturaleza o reciclados (guijarros, maderas de nogal y eucalipto, hierro industrial...) que reproducen el esqueleto de la ballena azul, el animal más grande del planeta. En la vida real, estos cetáceos pueden superar los 30 metros de longitud. Así que, con el primer impacto visual, la escultura ya consigue el efecto deseado: estamos ante algo majestuoso. Pero el mensaje de 'Azul' no se queda ahí. Hay que vivir la ballena desde dentro.

Romero y Consetti proponen un recorrido por la instalación, desde la cola hasta la cabeza, que evocan los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Bienvenidos a una experiencia que conecta con la naturaleza desde los sentidos. Comencemos.

De la cola a la cabeza

La primera parada está en la cola, que se mueve cuando se hace girar una rueda que, a su vez, hace rodar unas piedras. El ruido recuerda a las olas arrastrando cantos rodados en la orilla del mar. Es el elemento tierra. El recorrido sigue por las vértebras. De ellas cuelgan cientos de palitos que, si se tocan con las manos, chocarán entre sí sonando como gotas de lluvia. Es el elemento agua.

Avanzando entre las costillas está la tercera parada. Allí hay un embudo metálico, como un gramófono, que emite un silbido, el canto de las ballenas. Es el elemento aire. Llegados a la cabeza se encuentra la última parada: unas cuerdas de piano que al hacerlas vibrar resuenan como en una caja de resonancia. La vibración simboliza el cuarto elemento, el fuego.

Un homenaje a la Tierra

El recorrido completo es un homenaje al planeta. "Mi compromiso con la Tierra lo tengo muy claro", afirma Romero, escultor barcelonés cuya obra está siempre marcada por esta pasión por la naturaleza. Suya fue la idea de la instalación 'Azul', aunque destaca que para materializarla ha sido imprescindible el trabajo de Consetti. "Le hemos puesto amor", asegura este artista argentino afincado en Barcelona.

La peculiaridad de la obra, explican, es que se puede "vivir por dentro". Se podrán ver otros esqueletos de ballenas en museos de zoología, pero serán "inaccesibles", recalcan. Ambos artistas han trabajado en esta escultura desde septiembre, en el taller de Romero en el edificio Freixas de L’Hospitalet, un antiguo almacén de televisores Philips que ahora acoge talleres de artistas.

'Azul' invita a jugar con la imaginación, a interactuar y a divertirse. Pero, por encima de todo, es una llamada a la concienciación ecológica. La ballena azul es un animal en peligro crítico de extinción y la instalación de hierro y madera diseñada por Romero y Consetti también recuerda los restos de un animal varado en la playa. Un toque de alerta de lo mucho que podemos perder si no actuamos a tiempo para preservar mares y océanos. Este es el verdadero mensaje que 'Azul' nos quiere contar. 

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