SEX O NO SEX
El porno no educa
Leer 'Oh my goig' ayudará a nuestros hijos a gozar del sexo con responsabilidad y sin tabús ni estereotipos
Imma Muñoz
Algunos pensarán que es un discurso de abuela cebolleta, y que los chavales de ahora no se comportan ante el sexo de forma tan distinta de como lo hacíamos los que ya peinamos canas en nuestra cabeza y coletas en las de nuestros churumbeles, pero uno de los microrrelatos en formato fotonovela que sirven a los autores de este libro para introducir los temas lo muestra claramente: si nosotros, ante la duda, tirábamos de amigo/a experimentado/a, ellos, ante la duda, tiran de porno. O sea, que cuando aún no saben manejar cuerpos, emociones y voluntades intentan hacerlos encajar en estereotipos de apariencia y conducta imposibles y en general poco deseables, con la frustración que eso va a generarles en el momento de las primeras relaciones sexuales y muchos años después.
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Solo por eso, que puede darse en mayor o menor medida (cada persona es un mundo) pero que está ahí, Oh my goiges un libro imprescindible. Basado en los contenidos del programa de Betevé del mismo nombre, sus 176 páginas están concebidas para desmontar mitos nocivos (los roles de género, el amor romántico, cómo son los genitales perfectos) y lograr que se abra paso un mensaje fundamental para lograr que el sexo sea una fuente de placer y no de problemas: hay que eliminar etiquetas y vivir la propia sexualidad como uno la siente. Y eso significa llevarse bien con el cuerpo que le ha tocado a cada cual en suerte, trabajar la comunicación y la asertividad, y estar dispuesto a dinamitar prejuicios, que los sigue habiendo a miles, sobre todo en torno al placer femenino.
La educación sexual que proporciona este libro –resultado, como el programa, de la vasta experiencia del personal del Centre Jove d’Atenció a les Sexualitats– no se limita a prevenir sobre embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, que también tienen su espacio en él, sino que pone el foco en el respeto por uno mismo y por los demás que suponen las relaciones sexuales y afectivas, señala las desigualdades y las violencias que a menudo las rodean y da herramientas para combatirlas. Y lo hace en el idioma de los chavales.
Para impedir el acceso de nuestros hijos a la pornografía que inunda la red existen los filtros de control parental. Su eficacia va de la mano de nuestra capacidad de vetar, yel ordenador o el móvil del vecino quedan fuera de nuestro radio de acción. Sin embargo, podemos hacer que nuestros hijos se enfrenten a estos contenidos con el filtro de la conciencia (y de la autoconciencia) puesto. Más eficaz y, sobre todo, mucho mejor para ayudarles a crecer sanos y felices. 'Oh my goig' contribuye a ello. Vale la pena que lo lean. Y vosotros (nosotros) también.
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