PERFIL DE LA VÍCTIMA DE ETA

Ignacio Uria dedicó su vida a levantar la empresa junto a sus hermanos

RAFAEL HERRERO (EFE)
SAN SEBASTIÁN

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Ignacio Uria Mendizabal, asesinado hoy por ETA, dedicó su vida a impulsar y a fortalecer, junto a dos de sus hermanos, la empresa constructora Altuna y Uria, que heredaron de su padre y en la que también trabajan sus hijos.

Pese a sus 71 años, el fallecido seguía parcialmente activo en la empresa y se dedicaba por las mañanas a visitar las numerosas obras que esta compañía tiene adjudicadas en Guipúzcoa, donde departía con los jefes de obra y se interesaba y controlaba el estado de los trabajos, según han comentado fuentes de la firma.

La empresa fue fundada en los primeros años de la década de los 50 por su padre, Alejandro, un albañil que procedía del caserío Azkune del barrio de Loyola, el mismo en el que se ubica la compañía. Alejandro legó la empresa a sus tres hijos varones, Imanol, Ignacio y Luis Mari, aunque éstos compartían la propiedad con los tres hijos de Altuna, el socio de su padre.

Interlocución con los trabajadores

Hace más de 20 años los tres hermanos Uria compraron su parte a los Altuna y se hicieron con el control total de la compañía, aunque no llegaron a cambiar la denominación. La empresa, que ahora cuenta con 370 trabajadores, tiene a un buen número de miembros de los Uría en su plantilla, ya que prácticamente la totalidad de los hijos de Imanol (4), Ignacio (5) y José Mari (5) trabajan en la constructora azpeitiarra.

En la actualidad, con Imanol, el mayor de los hermanos, jubilado, Ignacio y Luis Mari se mantenían al frente de la sociedad, aunque el primero ya había comenzado a delegar responsabilidades en sus hijos. Además de la dirección y el control de las obras, Ignacio se ha encargado hasta este mismo año de la interlocución con los trabajadores.

Casado y padre de tres varones y dos mujeres, Ignacio Uria tenía una gran afición a los naipes y todos los días, después de comer, jugaba partidas de tute y mus en el Kiruri, el restaurante en cuyo exterior ha sido asesinado, justo al lado de su empresa y muy cerca de su casa.

Tristeza entre los trabajadores

"Trabajar, trabajar y trabajar" es lo que ha hecho "toda su vida" Ignacio, según ha comentado a Efe uno de sus amigos, el exdiputado general de Guipúzcoa y expresidente del PNV, Román Sudupe, que también ha recordado la afición de la víctima a "echar la partida" después de comer.

Pese a la crisis que azota al sector de la construcción, fuentes de la empresa aseguran que no estaban pasando dificultades y no había en el horizonte ninguna amenaza de inestabilidad para los empleados.

Clarinda, una mujer cuya pareja trabaja desde hace 6 años en Altuna y Uria, define a la familia como "muy buena gente", muy "honestos", que pagan bien y son "cumplidores". Con lágrimas en los ojos, Clarinda ha asegurado a los periodistas que hoy aguardaban junto al lugar del atentado que "hasta la fecha ningún empleado tendrá nada que decir de ellos".

La compañía cuenta con importantes adjudicaciones en obras civiles en el País Vasco, como la construcción del segundo cinturón de San Sebastián y del trazado del tren de alta velocidad, un proyecto amenazado por ETA. Ignacio Uria no llevaba escolta, pese a que la empresa ya había sufrido un ataque en marzo del 2007 por su participación en las obras de la línea de alta velocidad.