Toma pan y moja

Regreso al ‘pantumaca’

Todavía hay ingentes cantidades de bares y restaurantes que llaman «pan con tomate» a un elemento extraño. Que el pan debe untarse con tomate de verdad es algo que entendería hasta Steve Urkel

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Òscar Broc

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Barcelona, año 2021. Incomprensiblemente, todavía hay ingentes cantidades de bares y restaurantes que llaman «pan con tomate» a un elemento extraño que de pan con tomate no tiene nada. Todos lo hemos visto: son esos garitos que untan la rebanada con un puré de tomate infame, un ungüento sospechoso que generalmente reposa en un táper desde Dios sabe cuándo. Me gusta llamar a esta mutación 'pantumaca', en honor a los brochazos de pulpa que cruzan los bares de Madrid como sables clavándose en el sentido común. 

Desconozco las razones que llevan a tantos negocios a cometer semejante delito contra la salud pública. Algunos dicen que es para ahorrar, pero ¿dónde está el ahorro cuando pierdes un cliente por culpa de esa bazofia untada con pincel? Que el pan debe untarse con tomate de verdad, frotando la mitad de la pieza con ritmo masturbatorio, dejando pedacitos de piel y pulpa en la miga mojada, es algo que entendería hasta Steve Urkel. Curiosamente, el lamentable recurso del brochazo guarro, utilizado en muchas ocasiones en los bocadillos -supongo que así el desastre es menos visible- no se ha dejado de practicar en una ciudad cuyos habitantes desprecian el pan con pulpa. 

‘Bread with tomato’

Londres, año 2000. Celebramos el nuevo milenio en la capital de Inglaterra. Mi pareja tiene un amigo que trabaja en un bar de tapas y se nos ocurre cenar allí. Tapas en Londres, en fin… El asunto es que en este garito descubro por primera vez la nomenclatura 'pantumaca'. Aquella tostada con puré de tomate pasado a brocha me impacta sobremanera. 

Dos décadas después, me sirven un 'pantumaca' de manual en un hotel megatrendy de la Eixample Dret de Barcelona… Solo tengo ganas de coger el Delorean, visitar a mi yo de hace 20 años y contárselo para ver qué cara pone.  

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