Conde del asalto

¿Qué opinas de la Sagrada Família, amigo?, por Miqui Otero

Un arquitecto de Madrid se lo desvela a Miqui Otero: ¿qué está pasando exactamente con la obra inacabada de Gaudí en Barcelona?

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A1-165664846.jpg / JOAN CORTADELLAS

Miqui Otero

Miqui Otero

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Si tuvo que venir un extraterrestre, el Gurb de Eduardo Mendoza, para contar bien las costuras de la Barcelona preolímpica, parece de recibo pensar que solo un buen arquitecto de Madrid puede explicarme qué está pasando exactamente con la Sagrada Família. Quizás porque la veo casi cada día a mí me parece exactamente eso: inexplicable. Pero David García-Asenjo no solo es culto, sino también divertido y sereno, fan de hablar de materiales y de canciones, y además ha escrito un libro magnífico sobre la arquitectura contemporánea a través de las nuevas iglesias. Así que mi amigo quizás me ayude.

– David, habla en libertad. Piensa que Orwell ya dijo que las cuatro torres almenadas iniciales, que son las más bonitas, parecían botellas de vino y también que –saco el móvil para leer la cita– «los anarquistas demostraron tener muy mal gusto al no volarla por los aires cuando tuvieron la ocasión». 

Difícil superar eso. No es mi estilo, tampoco. 

– Yo es que no solo no quiero que la acaben, sino que dejaría las grúas amarillas ahí. No la recuerdo sin grúas. Me parecen chulas. 

–A ver, a mí la parte de Subirachs me gusta. Es lo que tiene que ser. Es como gótica y encaja, precisamente porque el artista hace lo que quiere y lo que pide su tiempo. El problema es lo que siguen añadiendo

–Recuerdo ver la cabeza de buey y pensar en la escena de la cabeza de caballo de 'El Padrino'. Luego era un buey alado y también una estrella gigante para coronar torres. No sé, si ya hace décadas que los críticos (creo que empezó Bohigas) dicen que parece una gran mona de pascua, ahora es que parece una mona de pascua de esas improvisadas: compras un bizcocho en el Lidl y luego vas en el último momento a un Todo a cien a por un muñeco de Pocoyó y otro de Lewandowski y otro de una sevillana y los añades. Y un huevo Kinder algo pocho que seguía en un pantalón después de la lavadora. 

–Pero el problema no es que añadas algo distinto. Para mí, el problema es cuando, después de Subirachs, intentas ampliar el templo basándote en lo que crees que pensaba Gaudí, pero sin saberlo. O sea, lo haces ahora pero con la estética de antes. Lo dijo Bohigas, de hecho: «Es posible malbaratar el legado de Gaudí de la Sagrada Família en nombre de la fidelidad a la historia».

– Es como esas cadenas de neotascas, que intentan recrear tabernas antiguas…

–Más o menos. O como que alguien viniera ahora a completar el disco inacabado de Jeff Buckley con una inteligencia artificial que imaginara qué sentía él. Te pueden decir que están empleando técnicas actuales e impecables, vale. Pero es algo así como de 'revival' no muy fino.

–O como una banda de tributo, ¿no? Esas que se llaman Gansos Rosas o Mamones y tocan canciones de Guns N' Roses o Ramones. 

–Sí, algo así. 

–Pero verías más lógico que, si se empeñan en seguir, al menos lo hicieran con otros criterios artísticos

–Las catedrales se tardaban mucho en construir, pero seguían su tiempo. Mira la de Santiago, que el pórtico es barroco y el resto es románico.

–Ya.

–Es que ya se ve en los materiales, usando hormigón y forrándolo de piedra. No sé, me parece muy osado. Eso sin contar el impacto urbano que tiene. Igual lo mejor es dejar las cosas como están. 

–Lo que decía, hasta las grúas dejaría yo.

–A mí me gustan más otros edificios de Gaudí. Te hablo de esos, mejor.

–A veces despierto sudando dentro del sueño y abro los ojos y en la almohada tengo esa cabeza de buey. Y resulta que es de chocolate. Y me despierto.

–Vámonos a tomar algo, va. Es mejor dejar las cosas a tiempo.

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