La Fusteria, un taller de gente "empática"

La ilustradora Carlota Juncosa, creadora de 'Carmen de Mairena, una biografía', subraya la solidaridad que impregna este centro cultural autogestionado de Vallcarca

La ilustradora Carlota Juncosa, en La Fusteria

La ilustradora Carlota Juncosa, en La Fusteria / periodico

Abel Lacruz

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Cuando Carlota Juncosa llegó a La Fusteria (Argentera, 24), en Vallcarca, no se encontró con un casal de barrio al uso, sino con un espacio vecinal producto de un sólido tejido asociativo y asambleario. "Hace poco más de un mes, fui para hacer una consulta sobre alquileres al Sindicat d’Habitatge de Vallcarca –explica la ilustradora–, y me pareció un sitio muy necesario. Se reúnen allí, están superorganizados, son muy colaborativos y están dispuestos a ayudar. Son empáticos".

La Fusteria es un antiguo taller de carpintería que en el 2006 se salvó de los derribos de la reforma urbanística proyectada por el Ayuntamiento gracias a las protestas vecinales, que piden una renovación del barrio basada en rehabilitar, no en demoler, y rechazan la especulación inmobiliaria. El local es un espacio diáfano al que se accede por la planta baja y ha sido acondicionado para poder realizar asambleas de asociaciones del barrio (Habitatge, Joves, Comitè de Vaga Feminista…); talleres como el de tango o el de historia oral; proyecciones de documentales... Un sinfín de actividades que publican en su cuenta de Twitter, @LaFusteriaVKK.

El de La Fusteria no es el único hallazgo sorprendente para esta ilustradora y profesora de la Escola Massana, Carlota Juncosa. Cuando en el 2012 quiso promocionar su fanzine, 'Perro caro', decidió invitar a Carmen de Mairena a la presentación. La cantante no fue –porque no había dinero de por medio– pero su representante le sugirió que escribiera la biografía de la mediática artista transexual: "Conocer a Carmen fue un 'shock'. No era para nada el personaje de 'Crónicas marcianas'. Encontré a una persona muy mustia, con mucha precariedad, había perdido su piso y apenas tenía dinero". Así que 'Carmen de Mairena, una biografía' no acabó siendo una biografía sino un diario ilustrado de los encuentros que la cantante y Carlota tuvieron: "Ya en la primera entrevista, me quedé a cuadros –asegura Juncosa–. Duró dos minutos. Después seguí visitándola, pero cada vez veía más claro que no podría hacer una biografía con pies y cabeza porque me contaba muy pocas cosas y muy confusas. Solo podía constatar lo que viví al entrevistarla durante siete meses, y eso es lo que plasmé".

De esa manera surgió el libro, empapado de humor y tristeza a partes iguales. Una labor para la que la ilustradora tuvo que echar mano de su capacidad empática para entender a Carmen de Mairena: "Acabé identificándome bastante con ella. Cuando te dedicas a ilustrar o al mundo de la copla, sufres la inestabilidad económica y la precariedad; también con ese convulso amorío con su compi de piso -el Grifota-. A veces me he encontrado en situaciones similares". Quizás por eso Juncosa admira la capacidad de empatizar, organizarse y actuar de las personas que frecuentan La Fusteria. Y quizás por eso La Fusteria sigue en pie, solitaria y estoica, cediendo su espacio a gente que se niega a vivir al son que marcan los demás.