Cuando el Raval no era 'hipster'

Míriam Bescós, periodista.

"Cierro los ojos y recuerdo la Plaça dels Àngels con sus 'skaters', el CCCB y la paz del Pati Manning. Y yo aterrizando en un barrio fascinante lleno de contrastes y de realidades antagónicas para convertirme en periodista. Estudiaba en una pecera de cristal, flanqueada por el blanco resplandeciente del MACBA y un Sónar que coincidía con los exámenes, por un multiracial Raval que todavía no 'hipstereaba', la calle Joaquin Costa y el entrañable señor Antonio del colmado, la Granja Gavá donde nació Terenci Moix y que regentaba mi adorada Montse, con sus ojos dibujados negros y felinos. Recuerdo el ritual iniciático con la absenta (en la Casa de l'Almirall o en el Marsella), los frankfurts más deliciosos del mundo con Carol, compañera de universidad, batalla y vida; la mítica sala La Paloma, donde dejábamos olvidada la vergüenza y, un poquito más abajo, delante de Muebles Navarro, en la calle Riera Alta, los mejores falafels que he probado jamás.

Cierro los ojos y veo a Maite y a Jaume, de Ràdio Ciutat Vella, quienes me regalaron la magia del micrófono y la libertad de iniciar "porque sí" una sección de literatura con Bach sonando de fondo, las primeras fotografías rebeladas en blanco y negro, las letras, la poesía, el cara a cara con las luces y las sombras de la cosa del crecer, los artículos de opinión… Años inolvidables. Maestros a quienes todavía recuerdo. Resuenan dentro de mí las lecciones. Vida que no valoras hasta que no la ves de lejos. Y siempre que regreso, tengo 20 años y veo al señor Antonio del Colmado que me dice: 'Adéu maca', con una sonrisa de oreja a oreja".