Festival D'A

'Hate songs', la película que pregunta: ¿Es posible la reconciliación después de la barbarie?

Dirigida por Alejo Levis e interpretada por Àlex Brendemühl, evoca desde el tiempo presente el genocidio cometido en Ruanda en 1994.

El actor Alex Brendemühl en el  D'A Film Festival.

El actor Alex Brendemühl en el D'A Film Festival. / Marc Asensio Clupes

Quim Casas

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El pasado domingo se conmemoró el 30 aniversario del inicio del genocidio en Ruanda. El mismo día se proyectaba en el festival D’A la película ‘Hate songs’, en la que el cineasta barcelonés Alejo Levis evoca aquellos acontecimientos que Europa, Estados Unidos y la ONU miraron de reojo, sin involucrarse. El filme se estrena en salas el 19 de abril.

Al habla con el director y uno de sus actores, Àlex Brendemühl, descubrimos algunos aspectos de aquella cruda realidad a la vez que el tipo de aproximación que han hecho sobre la historia real. “Ha sido casualidad que el filme se estrene coincidiendo con el 30 aniversario”, nos explica Levis. “La idea surgió cuatro años atrás, pero las complicaciones para una producción de estas características hicieron que el rodaje se retrasara”. El proceso de documentación, escritura y preproducción fue muy laborioso. Los exteriores se rodaron en Ruanda y los interiores en Bilbao.

Alejo Levis, director de "Hate Songs", y al actor Alex Brendemühl, durante el D'A Film Festival.

Alejo Levis, director de "Hate Songs", y al actor Alex Brendemühl, durante el D'A Film Festival. / Marc Asensio Clupes

Y esos interiores son fundamentales, ya que ‘Hate songs’ se desarrolla íntegramente en un estudio radiofónico donde dos actores ruandeses, una de la etnia tutsi y otro de los hutu, interpretan una radionovela de ficción sobre el genocidio perpetrado 30 años antes. Los personajes, Stépahnie y Ncuti, están encarnados por Nansi Nsue y Boré Buika. Brendemühl da vida a Simón, el técnico belga de la radio.

La emisora es la Radio des Mille Collines, la radio del odio. “La financiaba un hutu radical. Era una radio para la juventud que combinaba canciones con los mensajes genocidas. La música servía para que la matanza fuera más ‘distendida’. Ponían temas de moda y también de un cantautor hutu cuyas letras iban en contra de los tutsi, y entre canción y canción lanzaban las consignas”, explica el director. En el filme se escuchan temas de The Cramberries y Nirvana. El pasado viernes hizo también 30 años de la muerte de su líder, Kurt Cobain.

Clima incómodo

Levis crea un clima muy incómodo, no solo por encerrar a sus personajes en un espacio tan reducido, pero que a la vez, gracias a la planificación y la gestualidad actoral, respira bastante. Se trata también del texto que los dos actores de la ficción deben interpretar, lo que genera en la memoria de ambos y el cometido ambiguo del técnico de sonido.

 Alejo Levis, director de "Hate Songs", y al actor Alex Brendemühl, en el marco del D'A Film Festival.

Alejo Levis, director de "Hate Songs", y al actor Alex Brendemühl, en el marco del D'A Film Festival. / Marc Asensio Clupes

“Alejo me envió unos vídeos del personaje en el que se basa Simón”, cuenta Brendemühl. “Tuvo que dar cuentas a un tribunal penal internacional. Hay videos en YouTube del juicio en los que intenta justificar su incapacidad de oponerse a las directrices que le mandaban y poner freno a esa ola de odio. Es un tipo gris, anodino, mediocre, pero que no genera un abierto rechazo”.

La película plantea la pregunta que aletea después de todas las guerras civiles y genocidios. ¿Es posible la reconciliación después de la barbarie? Para Levis, “Ruanda ha conseguido un nivel importante de reconciliación, la gente convive, pero es una dictadura”. Hay un momento del filme en el que la actriz dice la palabra tutsi y se la niegan. Ahora son tunesis. “No se puede decir ninguna de las dos palabras, ahora todos son ruandeses”, explica Levis. Para Brendemühl aún está pendiente una reflexión verdadera “sobre el desastre y el caos que dejaron las potencias coloniales”.

Mientras se va aclarando la participación de Simón en los hechos, afloran en los dos actores los recuerdos del genocidio cuando eran unos niños. “Me planteé el filme desde el punto de vista de Stéphanie. Es una extranjera en su propia tierra, ya que de pequeña la enviaron a Francia. Ella no ha pasado por el proceso de reconciliación del país” apunta el director de un filme que muestra en retrospectiva unos hechos de singular violencia, con gente adoctrinada para asesinar con machete, y cómo se puede utilizar un medio, en este caso la radio, para alimentar el odio. Los audios reales que se escuchan en la radio, llamando cucarachas a los tutsi e invitando a los oyentes hutu a exterminarlos, son terribles.