Novedad editorial

Gerard Quintana: "A mi protagonista le gusta más Umpah-Pah que Sopa de Cabra"

Aborda la admiración hacia una gran mentira en su tercera novela, 'La puresa de l'engany', ambientada en la Girona de los 90

Gerard Quintana

Gerard Quintana / FERRAN SENDRA

Alba Carmona

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Tres años después de ganar el premio Ramon Llull con 'L'home que va viure dues vegades', el músico y escritor Gerard Quintana (Girona, 1964) vuelve este miércoles a las librerías con la novela 'La puresa de l'engany', una historia coral de secretos y máscaras que caen ambientada en la Girona de los años noventa.

El hallazgo, hace treinta años, de que un joven carismático que se había presentado en Girona como un reconocido poeta cubano era en realidad un impostor es el punto de partida real del libro, editado por Columna. El gerundense construye un relato de farsas y secretos protagonizado por un director "de peliculitas" en un momento de transición entre la ciudad de su infancia y la "irreconocible de ahora" en un libro que presenta este viernes (19.00 ) en El Foment.

-Cuando empezó a publicar, explicaba que había querido ser escritor desde pequeño pero que no se veía. Ahora que ya va por la tercera novela, tiene un premio Llull y ha vendido unos 20.000 ejemplares de 'Entre el cel i la terra' y 'L'home que va viure dues vegades', ¿lo empieza a creer?

-Ahora me doy cuenta de que esperé hasta los 50 años para empezar a escribir porque una vez das el paso, no hay regreso. A mí me ha cambiado la vida para siempre: ahora una parte importante está abocada a escribir ya unos universos que tienen mucho de lo que has vivido a pesar de ser ficción y que te absorben como un agujero negro.

-¿Le da miedo que la gente le vea siempre como un músico que escribe?

-No puedo hacer nada, es inevitable, no puedes ponerte en la mente de las personas y de repente sacarte una etiqueta que llevas desde hace cuarenta años. Lo ideal sería olvidarse de quien escribe el libro, pero estamos en un tiempo que parece que a veces el personaje tiene mayor importancia que la propia obra. Sólo puedes luchar poniendo el alma en lo que haces.

-¿De dónde nace esta historia?

-Es un libro que hace tres décadas me ronda por la cabeza, pero en este tiempo se ha ido vistiendo de muchas capas y lo he llegado a reescribir hasta tres veces.

-¿Qué le inspira?

-Antoine, un personaje real al que he mantenido el nombre, pero he jugado mucho en ficcionarlo. Es un poeta cubano que llegó hace treinta años a Girona, saliendo de la isla para realizar unas actividades culturales en La Pontenca, en el Pont Major. Lo conocí y llegó a actuar con Sopa de Cabra.

-¿Cómo era?

-Brillante, nos impactó a todos, hasta que apareció otra persona explicando que él era el verdadero poeta, que el nuestro era un farsante. El primer Antoine desapareció de repente y yo quería contar qué le había pasado y mi admiración por alguien que había sido capaz de crear y vivir un engaño para sobrevivir. Usó el ingenio y su capacidad intelectual en vez de una balsa para salir de Cuba.

-¿Ha podido resolver el misterio?

-En el proceso de escritura, la historia del poeta acabó siendo accesoria; los otros personajes que fui creando y temas actuales que observo, como la crisis de la familia y el matrimonio o el artista cancelado por quién es y no por la obra empezaron a gravitar por ahí a la hora de crear.

-Su protagonista, Claudi Careta, es un director de cine que no ha hecho mucho provecho y vive de rentas.

-Es uno de esos artistas que juega a serlo porque tiene una almohada detrás, que no pone la vida. Es director de películas. Al final, el barro con el que moldeo es mi experiencia: es muy lejano a mí, pero comparto con él la curiosidad, porque en el fondo podría ser un voyeur, y la cinefilia.

-Claudi tiene una relación de pareja tóxica con su musa, Lena, una actriz que la atrapa ya la vez la agota y quiere huir.

-A mí me gustan mucho los mitos y, sin ser una traslación de un mito de la Grecia antigua, he jugado a trasladar ese tono tragicómico a su relación.

-De hecho, dedica el libro a Yocasta, madre (y esposa) de Edipo.

-Sí, no deja de ser un Edipo trasladado a Girona: a partir de unos arquetipos extremos, como los de la mitología griega, busco la catarsis. Es un libro construido con una estructura que no se resuelve hasta el final, el lector puede sentirse engañado en algún momento, pero con la satisfacción de resolver el engaño una vez que se atan todos los hilos que he lanzado a lo largo del libro.

-Lo ha escrito en primera persona, a diferencia de los otros dos.

He elegido a la primera persona para no caer en el juicio del narrador, del que está mirando. Quería ponerme en la piel de ese personaje que a ratos puede parecer una víctima y a ratos un monstruo y hacerlo sin juicio. Ha sido un ejercicio en algunos momentos placentero y en otros perturbador, pero estoy satisfecho.

-¿Construir el personaje de Claudi ha sido lo más difícil a la hora de escribir?

-Sí, ponerte en primera persona en la piel de alguien que está muy lejano a ti y que se inspira en alguien que has observado de lejos y que siempre te ha intrigado lo que tiene en la cabeza. Esto ha sido el pilar de la construcción del libro, el hecho diferencial. Si en el primero decían que era novela histórica y romántica y el segundo, realismo mágico, aquí podríamos llamarlo novela psicológica.

-Además de hablar sobre las máscaras, la novela incluye cierta reflexión del arte como refugio.

-Con la pandemia hemos reivindicado mucho la cultura como sanadora y yo también la viví como una herramienta de joven para superar mi introversión, la tartamudez... el libro también incluye esa mirada sobre alguien como Claudi, que en cierto modo es un farsante en el mundo del arte, que lo hace porque puede y no porque su obra tenga interés o calidad... Alguien como él, que tiene una herida muy grande dentro, también utiliza el arte para refugiarse , engañarse y salvarse del propio horror.

-La novela arranca con un viaje a una Cuba que no es tan idílica como parecía, y termina en la Girona de los 92. ¿Cómo es esa ciudad?

-Es aquella Girona que se transformaba, que daba el paso de la ciudad de mi infancia, con un casco antiguo dañado y lleno de gente humilde, a la que es ahora. Es una ciudad fantástica para mí y tiene un éxito increíble, pero me cuesta reconocerla en muchos detalles; al final, la piedra es lo que fija el recuerdo de la ciudad.

-¿Es una Girona que empieza a expulsar a gente del Barri Vell?

-Exacto. Hay un momento en que hablo de La Pontenca como el primer síntoma de la expulsión de la cultura y la contracultura del Barri Vell. Empezábamos a marchar a hacer las cosas fuera porque era incómodo y distorsionaba la dirección que cogía la ciudad.

-¿Hay personajes reales de ese tiempo en el libro?

-Sí, de hecho salgo yo mismo mencionado, yo era un personaje de esa Girona. ¿Cómo me ve Claudi? Mi protagonista es más fan de Umpah-Pah que de Sopa de Cabra, dice de nosotros que somos "como comerse un yogur caducado", porque hacemos música de los 70 y él ya los ha vivido. También sale Salvador Sunyer, porque alguien como Claudio tenía que conocerla a la fuerza... va bien ese ejercicio de mirarte a ti mismo ya la ciudad desde los ojos de otro.

-No es la primera vez que escribe de la Girona de ese momento.

-Me interesa mucho, porque es la frontera del cambio de dónde estábamos a dónde hemos ido. Ya pensaba hacer tres libros en los que Girona sería casi un personaje y después quería ir a otro sitio. Con este libro quería cerrar la mirada hacia esa Girona mía que ya no reconozco cuando vengo, y ahora que han cerrado Geli [la librería de su tío] aún menos.

-Está trabajando en el nuevo disco de Sopa de Cabra, que saldrá en noviembre, pero ¿ya tiene nuevo proyecto literario?

-Tengo una lista de cosas que me persigue y me gustaría escribir, pero este año cumplo sesenta años y aunque me siento como una flor, sé que no podré hacerlos todos. A dos o tres años por cada uno, no llegaré. Como quiero que cada libro sea un aprendizaje, me estaba planteando la ciencia ficción para el próximo proyecto, para decir: "no miraré más atrás". A pesar de ser diferentes, los tres libros tienen paisajes comunes, pero ahora me gustaría inventarme localizaciones y las reglas y la ciencia ficción es lo que más se avecina, pero quién sabe si otro proyecto pasa por delante de éste.

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