Biografía

Siete sorpresas en la biografía de Josep Pla

La biografía definitiva de Josep Pla: 1.536 páginas y diez años para acercarse a una vida «insondable»

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Maria Casadevall y tres de sus hijos, Josep, Rosa y Maria Pla, en el Canadell hacia 1920

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Maria Casadevall y tres de sus hijos, Josep, Rosa y Maria Pla, en el Canadell hacia 1920

Ernest Alós

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La generación que quiso enviar a Josep Pla al olvido por su vinculación con el franquismo no tendría ningún problema en definirlo como un chaquetero. Con una metáfora similar, la del hombre que vestía la ropa de otros (y sí, era uno de sus vicios), arranca Xavier Pla la que será la biografía definitiva del escritor de Palafrugell. Esas chaquetas (y abrigos, y corbatas, y sombreros) prestadas ocultaban bajo distintas apariencias a un personaje escurridizo. Alguien que no hizo sino construir una biografía, en cada una de las líneas de su obra, de la que el director de la Càtedra Pla se ha tenido que distanciar para intentar mostrar al personaje desnudo. O casi. Después de más de diez años de trabajo y, tras recoger los frutos de haber tenido acceso a 1.800 documentos y 4.000 cartas inéditas, llega este miércoles a las librerías (y el 29 de mayo en castellano) la que será la biografía canónica de Josep Pla: ‘Un cor furtiu. Vida de Josep Pla’ (Destino). Un corazón, por el romántico sentimental que se ocultaba bajo su cinismo. Furtivo, por las capas con las queel personaje ocultaba la persona. Son 1.500 páginas plagadas de informaciones reveladoras: avanzamos aquí siete episodios que dan una imagen de lo poliédrico del personaje. Y podrían ser más: la correspondencia de un grafómano esconde muchas sorpresas, como por ejemplo detalles de una expulsión de 'Destino', por su empecinamiento en contra del espíritu de los tiempos contra la revolución portuguesa, en la que Jordi Pujol tuvo menos que ver de lo que se pensó.

Inéditos: la mujer morena y un caligrama vanguardista

En el 'Quadern gris', Pla reescribió a posteriori un dietario de juventud. Una biografía reconstruida en la que hay elementos que decidió explicar con desgana. Como la tertulia estudiantil El Caos, más goliardesca que literaria. De ella sobreviven algunos textos que se leían entre ellos sus integrantes. Incluyendo un inédito, “insólito” para Xavier Pla, un poema dedicado a la mujer morena de los cuadros de Julio Romero de Torres (“és bruna, té els llavis rojos / I, als ulls, una quimera de plaers dolorosos”) datable seguramente en 1915. Y bastante posterior, un poema en forma de caligrama vanguardista claramente inspirado por la lectura de ‘L’irradiador del port, i les gavines’ (1921) de Joan Salvat Papasseit. Parte un barco. Y acaba así: “Sona un acordió / Cruiximents / Rondineig de Cordes / Mocadors / Addio! Addio! Mi sento smarrito… Sono commoso”

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Josep Pla y Adi Enberg en el faro de Sant Sebastià, el día de la boda de Pere Pla y Maria Miquel (1927)

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Josep Pla y Adi Enberg en el faro de Sant Sebastià, el día de la boda de Pere Pla y Maria Miquel (1927) / Imagen cedida por Editorial Destino

La boda que no fue

En su famosa entrevista con Joaquín Soler Serrano, Pla no es que protegiese su vida bajo un gabán. Mintió, directamente, al decir que nunca había tenido "ninguna novia", nada más que algún "lío, vago, muy vago". Fueron muchas relaciones, y en absoluto vagas. En las que ellas acaban siempre teniendo un papel más digno, por cierto. La más sólida, durante 14 años, con la barcelonesa hija de un matrimonio sueco-noruego Adi Enberg. Su relación, explica Xavier Pla, era la de una pareja moderna, cosmopolita, con separaciones y reuniones en Londres y París. Un personaje apasionante del que se detalla, por ejemplo, su equívoca relación con el complot de Prats de Molló de Macià. El biógrafo trata de solucionar una incógnita: ¿se casaron Enberg y Pla en el Reino Unido? La respuesta, ante la ausencia de registros y consultada la correspondencia entre ambos, es que la boda se frustró pero que mantuvieron la ficción ante sus familias y a efectos administrativos durante sus viajes por toda Europa siempre hicieron constar una falsa pero práctica condición de casados.

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Consuelo Robles, en Cadaquès, en los años 70

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Consuelo Robles, en Cadaquès, en los años 70 / Imagen cedida por Editorial Destino

Consuelo, Amparo… y Luz

La lista de relaciones femeninas de Josep Pla sigue. Mercedes, Aly, Lilian... Con dos nombres en mayúsculas. Aurora Perea y Consuelo Robles. A la primera, la conoce llegando a Ca la Nieves, el prostíbulo de más categoría de Sant Feliu de Guíxols, el día que el médico pasa visita a las chicas. Su nombre de guerra es Perlita. “Me pareció que Perlita había tenido una educación, y una educación sensual, muy distinta de las otras chicas”, escribía Josep Pla en unas cuartillas inéditas. De Aurora destaca su tristeza: de hecho, con casi toda su familia represaliada en la posguerra, “víctima de este mundo miserable y triste”, dice ella, debe procurar por el sustento de la familia como puede. Esta es una de sus relaciones más documentadas: interrumpida, entre 1940 y 1948, hasta que ella emigra a Argentina. “No creo que encuentres otra mujer que te haya querido como yo te he querido, de todas las maneras, con todos tus defectos, pero yo no puedo sufrirlo más, verte siempre bebido”, le escribe. Allí, Pla la visita repetidamente y a lo largo de los años la correspondencia es constante. El otro nombre conocido es Consuelo Robles. Una vendedora de mercadillo analfabeta, gitana, con la que mantiene una relación intensamente física en sus años más maduros y desvelada en la biografía con fragmentos de una grabación guardada hasta ahora con celo. Y a esta lista de nombres la biografía de Xavier Pla incorpora una más: Luz de Santa Coloma Alvear, una joven de solo 16 años de la aristocracia bonaerense a la que conoce en 1958 en el vapor que la lleva, acompañada de su madre, a conocer Europa. Pla cae rendido por sus encantos, en un enamoramiento platónico que se desarrolla bajo la vigilante mirada de su carabina, con visita incluida al Mas Pla y que deriva en una relación epistolar prolongada y hasta ahora desconocida. En la que Pla en ocasiones fantasea: “Pensar que Ud. podría escribir me produce una gran ilusión -casi le diría, si me lo permitiera, que me produce el mismo placer que si pudiera acariciar sus brazos o su cuello”. Culta y con una historia familiar apasionante, Pla le recomienda que se convierta en la Proust de Buenos Aires, aunque acabará ejerciendo de psicoanalista.

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Autora Perea, fotografiada en Barcelona a mediados de los años 40.

'Un cor furtiu. Vida de Josep Pla'. Autora Perea, fotografiada en Barcelona a mediados de los años 40. / Imagen cedida por Editorial Destino

Visiones homoeróticas en la madurez

Quién lo diría: pero Xavier Pla rescata, otro episodio de fantasía sensual con un objeto de admiración de edad problemática. “El recuerdo erotizado de un chico entrevisto” durante un paseo por Kuwait, quizá también de 16 años, “alt, ple, no ben bé pal.lid, però mòrbid”. Extasiado, por “la morenor clara de la pell, la perfecció de l’ossada entrevista, i plausiblement establerta, l’esquena i el pit, sense petulància vital, però turgent, la cuixa i les cames llargues i esveltes (…) tot el cos ple de joventut i de força, potser ja naturalment viciós…” Quizá, dice el biógrafo una expresión de su “avidez sensual”, quién sabe si también un “impulso reprimido”. Que parece que emerge, también, en las páginas que dedica al Tadzio de la ‘Muerte en Venecia’ de Thomas Mann.

El espía de Franco… y de los aliados

Xavier Pla se adentra, con la ayuda de una agenda localizada entre los papeles de Pla, en el "rompecabezas" de la guerra. La fuga a Francia y sus servicios a la red de espionaje franquista en el sur de Francia (el Sifne) no son puramente (aunque también) una reacción defensiva ante el terror de julio de 1936 del que huiría bajo protección diplomática y de la Generalitat: Pla recuerda que durante los meses previos a la guerra "su catalanismo y su sentido democrático se empequeñecen hasta casi desaparecer" mientras "su análisis político se radicaliza hacia posiciones derechistas y cada vez más radicales". Según Xavier Pla, hay algo extraño en las funciones de Pla para el Sifne: pasa poco tiempo en Marsella, donde la leyenda dice que se dedicaba a vigilar el tráfico marítimo y, en cambio, viaja sin parar con Adi por toda Francia. El porqué: un misterio aún. Como por qué consta en el Sifne como agente que ha actuado "pasando por elemento rojo". Lo único que da por seguro el biógrafo es que se dedicó a elaborar material de propaganda para la causa franquista.

Mucho menos conocida es la más que posible vinculación de Josep Pla con los servicios secretos aliados en la fase final de la segunda guerra mundial, en 1944. Solo había alguna referencia indirecta a su relación con las redes de evasión de aviadores y prisioneros fugados aliados por la Costa Brava. Pero Xavier Pla ha encontrado un hilo mucho más concreto: en las agendas de Pla aparecen varios nombres que han resultado ser conocidos agentes de la inteligencia británica, el MI9, y de la OSS, la organización predecesora de la CIA. Con ellos se encuentra en varios puntos del Empordà, y visita a menudo el consulado británico en Barcelona y la embajada de EEUU en Madrid. Es en esos momentos cuando se hace construir un barquito, el 'Mistral', de 12 metros, con una bodega amplia y un motor que extraña a todo el mundo en L' Escala por lo desproporcionado. La hipótesis: Pla colaboró con la red Pat O'Leary de evasión, con base en L' Escala, y su barco no solo lo construyó para sus intentos amateurs de contrabando de termómetros desde Génova.

El fracasado retorno a Barcelona

En 1938 Josep Pla regresa a España por San Sebastián y asume la subdirección del 'Diario Vasco', con Manuel Aznar, abuelo del que fuera presidente del Gobierno, como director. Firma allí con pseudónimo, XX. Y con él publica una entrevista con el ministro de Gobernación Serrano Súñer, en la que se supone que se fija la política del régimen para una Catalunya cuya caída es inminente. Proclama sin paños calientes la derrota de "la labor necia y monstruosa del separatismo" y en cuanto a la lengua catalana sostiene que "un lenguaje puede ser expresión de hispanidad o de antihispanidad. Si lo primero, ¿por qué no hemos de considerar que las formas de expresión forman parte del destino histórico y nacional de España? Si lo segundo, esté usted seguro de que se nos encontrará siempre en el puesto del más implacable combate". La traducción de esa entrevista al catalán era uno de los materiales con los que la dirección general de Propaganda entró en Barcelona en enero de 1939. Su difusión, prohibida terminantemente. Primera derrota indirecta: la segunda, su frustrada y efímera subdirección de 'La Vanguardia' con Aznar. Se constata que "ni él ni ningún otro periodista procedente del catalanismo conservador tendrá lugar en el sistema cultural que impone el nuevo régimen dictatorial". Viene la retirada. A Fornells de la Selva. A velar, durante décadas, por "las ruinas" de un país y una ciudad que "han perdido la guerra".

Un memorándum confidencial para rescatar el catalán de la prohibición

Para el exilio, Pla ya no dejará de ser un traidor colaboracionista. Xavier Pla considera más adecuado definir su labor como una serie de intentos de encontrar grietas para desarrollar un "catalanismo cultural posibilista". Xavier Pla ha localizado un documento hasta ahora inédito que muestra cuáles son los márgenes a los que se podía aspirar. Tras el nombramiento del opusdeísta Florentino Pérez Embid como director general de Propaganda, en 1951, Jaume Vicens Vives, Josep Maria Cruzet y Pla creen que este catedrático de Historia puede abrir algunas ventanas. Pérez Embid pide un informe a Pla, un memorándum confidencial sobre la lengua catalana. El escritor argumenta que las sucesivas prohibiciones "no pueden sembrar más que resentimiento" y, halagador, sostiene que "hoy existe en Catalunya una más general, meditada y honda comprensión de los robustos lazos que la unen con el resto de España, pero existe no gracias a las medidas restrictivas y vejatorias, sino a pesar de ellas". Y reclama "un trato de igualdad entre el libro castellano y catalán en censura", que los actos culturales puedan desarrollarse en catalán y el libre desarrollo de las actividades del Institut d'Estudis Catalans. En lo que pasa ya a ser (1951) una muestra de atrevimiento, el escritor sostiene que "cada día los catalanes de España vemos menos ventajas en que nuestra región se convierta en un 'pout-pourri' peninsular sin sabor ni color y en que Barcelona sea una mala copia de Madrid. El absorbente centralismo intelectual y económico, el exasperante dirigismo que se pretende implantar en todos los órdenes, coartador en formas públicas y en formas clandestinas del libre desarrollo de nuestro espíritu (...) El error ha consistido en tomarse en serio la idea elegida como caballo de batalla de la propaganda anti-regional, según la cual nuestra historia y renacimiento eran cosas puramente artificiales, que podían destruirse de un manotazo".

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