Estreno

Tilda Swinton: la antidiva de Hollywood, al desnudo

El documental 'Tilda Swinton. Le Geste et le Genre', que inaugura el Moritz Feed Dog, revela la faceta más íntima de la actriz

Swinton en el Festival de Cannes, en 2022.

Swinton en el Festival de Cannes, en 2022. / EFE

Leticia Blanco

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¿Cómo es Tilda Swinton de verdad, más allá de sus memorables papeles y sus hechizantes apariciones en la alfombra roja? Para empezar, la intérprete más camaleónica de su generación, una rara avis capaz de alternar los proyectos más arriesgados con taquillazos de Hollywood sin traicionarse a sí misma, no se considera actriz. Eso es lo primero que confiesa a cámara en ‘Tilda Swinton. Le Geste et le Genre’, el documental de Pierre-Paul Puljiz que inaugura el Festival Moritz Feed Dog el próximo miércoles y aspira a desvelar la persona que existe bajo el manto de la rutilante estrella de cine. “Nunca me interesó ser actriz, ni cuando trabajé para la Royal Shakespare Academy”, confiesa Swinton al recordar la “incomodidad” que sintió al recoger el Oscar que ganó por su papel en ‘Michael Clayton’, un premio que nadie, ni siquiera ella misma, esperaba. “Yo estaba allí como animadora de George Clooney, solo me faltaban los pompones”, bromea.

De familia aristócrata, hija de un general escocés y una modelo de John Singer Sargent, Swinton fue la única chica de cinco hermanos. “Pronto me di cuenta de lo que se les permitía y esperaba de ellos y de mí no”, apunta. A los 10 años fue enviada a un internado, el mismo al que fue Diana de Gales, hasta los 18: casi una década de soledad, aburrimiento e infelicidad en la que aprendió a “cultivar una vida interior” y que alimentó “un deseo inconmensurable” de empezar su “vida adulta”. Vida que tuvo un prólogo en África (un año haciendo voluntariado, antes de entrar en Cambridge) y un primer y decisivo capítulo que definiría el resto de su existencia y que ella misma define como “la Jarmanía”.

La actriz Tilda Swinton con el director experimental Derek Jarman.

La actriz Tilda Swinton con el director experimental Derek Jarman. / EPC

El cineasta experimental Derek Jarman, de quien tardó “15 segundos” en hacerse amiga, fue la persona que introdujo a Swinton en el efervescente circuito del cine underground vanguardista londinense de mediados de los 80. Pionero del cine queer, escenógrafo, actor, poeta con toneladas de carisma, amante de las fiestas y la vida, Jarman inoculó en Swinton una manera de hacer cine “radical, artístico, pre industrial, improvisado, como un proyecto colectivo que nos convertía en una gran familia”, una tradición heredera de la generación de los 60 y los 70. Swinton no se separó de él en una década, de 1984 a 1994. Rodó con él películas hoy de culto como ‘Caravaggio’, 'Wittgenstein' o ‘Glitterbug’, le enseñó que no hay nada más fructífero que una conversación entre dos amigos y que ser actriz era algo más que recitar de memoria un guion. 

Tilda Swinton en 'Io sono l'amore' de Luca Guadagnino.

Tilda Swinton en 'Io sono l'amore' de Luca Guadagnino. / EPC

Desde entonces, Swinton ha practicado una similar política de fidelidad y entrega absoluta con otros cineastas-hermanos con los que lleva décadas trabajando como Jim Jarmusch, Wes Anderson, Luca Guadagnino, Apichatpong Weerasethakul, Joanna Hogg y, esperemos, Pedro Almodóvar, con quien ahora mismo está rodando ‘La habitación de al lado’ tras colaborar juntos por primera vez en ‘La voz humana’, el monólogo de Cocteau. Almodóvar, que también aparece en el documental de Puljiz, ofrece una de las mejores descripciones que se han hecho de Swinton, de quien se suelen destacar sus aires andróginos, su belleza espectral y su rostro ligeramente alienígena: la actriz es para el manchego un cruce perfecto entre Deborah Kerr y David Bowie y es imposible no estar de acuerdo con semejante descripción. 

Tilda Swinton en 'Las Crónicas de Narnia'.

Tilda Swinton en 'Las Crónicas de Narnia'. / EPC

Con Jarman, Swinton vivió una década de agitación cultural que se truncó abruptamente por el VIH. “En 1994 yo tenía 30 años. Ese año fui a 43 entierros. Todos mis amigos murieron”, recuerda. También Jarman, en uno de los golpes más duros que recuerda. Luego conoció al guionista John Byrne, tuvo a sus mellizos (Honor y Xavier) y dejó Londres por las Highlands, mudándose a un pequeño pueblo (Nairn) cerca de Inverness donde cada día sale a pasear por la playa con sus perros. Sobre el supuesto 'ménage a trois' (hoy lo llamaríamos poliamor) que mantuvo durante años con el padre de sus hijos y su amante 18 años más joven, el pintor alemán Sandro Kopp, no se habla en el documental. “Soy una persona solitaria”, asegura la que fue Bruja Blanca de ‘Las crónicas de Narnia’.

La fidelidad y compromiso de Swinton hace que la incubación de sus proyectos se eleve en el tiempo muy por encima de los ritmos habituales en la industria del cine. Para la primera película dirigida al gran público que protagonizó, la hipnotizante ‘Orlando’ de Sally Potter, estuvo cinco años hablando con la directora. “Cuando la leí, de adolescente, pensé que estaba escrita para mí”, confiesa Swinton sobre la célebre novela de Virginia Woolf. Los periodos de gestación de filmes se han ido ensanchando con el paso de los años: Swinton empezó a hablar con Guadagnino 12 años antes de rodar ‘Io sono l’amore’, con Apichatpong Weerasethakul estuvo 17 años incubando ‘Memoria’ y con su amiga Cynthia Beatt se ha embarcado en proyectos que llevaban en su cabeza desde mediados de los 80. 

Pedro Almodóvar y Tilda Swinton.

Pedro Almodóvar y Tilda Swinton. / El Deseo

Con la moda Swinton también mantiene una relación especial, más de exploradora curiosa que de maniquí pasiva. Pese a encarnar a la antidiva de Hollywood, se toma las alfombras rojas muy en serio, como una invitación directa al sueño y un trampolín para la imaginación. Suele arriesgar y no fallar, y casi siempre lo hace dejándose vestir por otro “hermano”, el francocolombiano Haider Ackerman, a quien conoce desde hace 19 años. Otro de sus cómplices es el comisario de Olivier Saillard, ex director del Palais Galliera (el museo de la moda de París, hoy liderado por la española Miren Arzalluz), con quien Swinton colaboró en ‘Embodying Passolini’, un libro-homenaje al director de cine italiano y al vestuario-monumento de sus películas. Ambos aparecen en el documental alabando su apetito por el descubrimiento y su valentía para enfrentarse a cualquier idea nueva, por excéntrica que parezca. Quizá porque como resume Saillard, “a Tilda le dan más miedo las cosas cotidianas que lanzarse a la aventura”.