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Quim Torra: "Todo aquello que no fue Armand Obiols, lo fue Mercè Rodoreda"

El ex president publica 'Armand Obiols, d'una fredor que crema', un ensayo biográfico donde niega que Obiols fuera colaboracionista pese a trabajar en la empresa más importante del Reich y afirma que el poeta fue para Rodoreda "un coach literario, el hombre que le afina el estilo"

Armand Obiols y Mercè Rodoreda, en Villa Rosset, en octubre de 1939.

Armand Obiols y Mercè Rodoreda, en Villa Rosset, en octubre de 1939. / EPC

Irene Dalmases

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No es la primera vez que el expresidente de la Generalitat Quim Torra destina horas y horas de su vida a desempolvar libros en bibliotecas o a fotocopiar viejos documentos relacionados con lo que denomina la "Cataluña imposible". Ahora ha vuelto a hacerlo para armar 'Armand Obiols, d'una fredor que crema'.

Durante años ha trabajado en este libro, publicado por Empúries, con el que busca desvelar y mostrar ante el lector el "enigma" Armand Obiols, pseudónimo de Joan Prat, uno de los grandes interrogantes de las letras catalanas del siglo XX, crítico literario implacable, poeta, compañero de la escritora Mercè Rodoreda y al que considera un intelectual de talla europea, aunque apenas se conserve obra suya.

En una entrevista con EFE, Torra explica que lo ha intentado poner bajo el foco, al margen de la llamada 'Colla de Sabadell' y de la autora de 'La plaça del diamant', adentrándose por entre las "muchas" capas de rumores que envolvieron su vida, a través de fuentes primarias, para entenderlo mejor y para llegar a varias conclusiones.

Las más importantes tienen que ver con los "tres grandes mitos" que acompañan a esta figura desde hace lustros como que fue un colaboracionista por trabajar en la organización Todt en Burdeos -la empresa más importante del Reich-; un espía cuando fue funcionario en la Organización de la Energía Atómica de Viena o que durante un tiempo, mientras seguía siendo pareja de Rodoreda, tenía una amante.

No ha encontrado pruebas de colaboracionismo

Quim Torra asevera, contundente, que en esta inmersión de años por la vida de Obiols, desde su primera juventud hasta su muerte, sin olvidar su exilio, no ha encontrado "ninguna" prueba que lo incrimine como colaboracionista.

"Si tienes en cuenta toda su trayectoria -precisa- ves que fue un hombre de 'Acció Catalana', que participa en el combate político de la República con un pensamiento independentista, progresista, liberal, democrático y republicano; gran animador de un patronato catalán províctimas del franquismo en el exilio, alguien que se mantuvo en las mismas coordenadas siempre".

En todo caso, escribe el exmandatario catalán, fue solo "un cuerpo derrotado y exhausto", que se vio obligado a trabajar allí, haciendo tareas burocráticas.

Por otra parte, tras hojear los archivos oficiales en Viena, indica que no ha encontrado ningún dato sobre su doble vida como espía.

"Al contrario, lo que ves en todos los papeles son los viajes que hace para la Organización de la Energía Atómica, mientras que por sus escritos conoces lo que leía, el cine que veía, y lo pendiente que estaba de Mercè Rodoreda o de pagar las casas que tenían alquiladas", apunta.

También duda de que tuviera una amante y mantiene que Pilar González fue su secretaria, alguien que le ayudaba en cuestiones administrativas porque era un hombre poco dado a las cosas prácticas.

Dejando de lado los "tres mitos", Quim Torra, tras leer todo lo que se ha conservado de lo que escribió, deduce que fue un "gran intelectual, una persona que vivió su tiempo, con una obra dispersa pero a tener muy en cuenta. Lo que diríamos un 'Bartleby'", en referencia al apático escribiente creado por Herman Melville.

Una hija inexistente

Del libro llama especialmente la atención la gélida relación que mantuvo a lo largo de su vida con su hija Anna Maria, fruto de su matrimonio con Montserrat Trabal, de la que nunca se separó, a pesar de su relación con Rodoreda, que se inició en el primer exilio en el castillo francés de Roissy-en-Brie.

Su hija, que junto a su madre Montserrat Trabal vivió exiliada en Chile, le escribió varias cartas tras cumplir los dieciocho años, sin que él se las contestara, y llegó a visitarlo en París, donde pasaron una semana juntos, que ella recordaría toda la vida.

"Sin embargo, esta hija es como si no existiera. Va un poco en la línea del personaje Obiols, que lo pierde todo, a los amigos, a la patria, a la mujer, a la hija, aunque no le importa mucho, porque es un hombre que quiere vivir el presente, y, sobretodo, después de las dos guerras, es un hombre muy atropellado que ya no quiere tener muchas preocupaciones y entra en un proceso querido de olvido", destaca.

El 'coach' de Rodoreda

Respecto a su relación con Mercè Rodoreda, sostiene Torra que nada más conocerla vio que se encontraba ante un igual, ante alguien que también le interesaba intelectualmente, una mujer con la que podía tener un diálogo de tu a tu, sintiendo que a su lado tenía "a la persona que él hubiera podido ser si no hubiera dejado de escribir".

"Lo veo como un coach literario, el hombre que le afina el estilo, que la anima, que la apoya, que le pone límites, que la aconseja en lecturas, aunque el genio creativo, la obra, sea de la Rodoreda", arguye.

A su juicio, todo aquello que no fue Armand Obiols, tras decidir convertirse en el funcionario Joan Prat, "lo fue Mercè Rodoreda".

El intelectual que se "perdió", como también lo define Torra, murió en Viena en 1971 de un tumor cerebral, tras sufrir la picadura de una garrapata, y en la actualidad ni la lápida de su tumba se conserva.