Concierto de Barnasants

Borja Penalba, el hilo mágico de la ‘cançó’ en Paral·lel 62

El músico valenciano, reconocido por sus asociaciones con artistas como Lluís Llach y Maria del Mar Bonet, mostró un sustancioso discurso propio en la presentación de ‘Giròvag’, su primer álbum en solitario

Concierto de Borja Penalba

Concierto de Borja Penalba / JUAN MIGUEL MORALES

Jordi Bianciotto

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Podemos dar vueltas infinitas sobre dónde empieza y acaba la figura del cantautor, y más en estos tiempos, con lo que ha llovido, pero lo cierto es que existe un imaginario y una sensibilidad que se reconocen a sí mismos y que se manifiestan en conciertos como el de este jueves en Paral·lel 62. Sesión vibrante, con temperamento, pulcritud y frondosidad, la que Borja Penalba brindó en la presentación de esa rara flor llamada ‘Giròvag’ en la casa de trovadores por excelencia, el festival Barnasants

Debut en solitario de un músico valioso, que se ha situado durante más de tres décadas un paso atrás, o al lado, de diversas voces de la ‘cançó’, incluyendo a dos personalidades de la escena como son Lluís Llach (el disco y gira ‘Que no s’apague la llum’, con Feliu Ventura, en 2005) y Maria del Mar Bonet (pareja escénica en los últimos diez años y un álbum a dúo en 2021). Los mimbres nobles del cancionismo tienen pocos secretos para Penalba, que para iniciar el recital citó al clásico de clásicos, Atahualpa Yupanqui, con ‘Los ejes de mi carreta’, con su metáfora sobre el chirrido que rompe el silencio (y la soledad).

El imperativo vital

Luego, ‘Viu’ deslizó el mensaje central de ‘Giròvag’, derivado del imperativo de exprimir a conciencia nuestro paso por este mundo. “Esto va de vivir, de amar la vida y la gente que nos rodea, y de cuidarnos”, ilustró Penalba, que no tardó en verse rodeado por una luminosa parada de instrumentistas y coristas, hasta una docena. Canciones en solitario, con enérgica guitarra folk, y canciones entre sedas, con el trío de cuerdas: ‘Somiava, distret, entre les coses’ (texto del ibicenco Marià Villangómez). Y un ‘drone’ electrónico sustentando un fogoso ‘Duerme negrita’ con voces soul. 

Penalba trazó un disfrutable recorrido, a partir de la estación infantil (ahí estuvo también ‘Sam’, dedicada a su hija de tres años y medio), a través de la sensualidad, la denuncia y la tragedia. Citas al Fuster poeta, y a Roc Casagran, y a sus mujeres y cómplices: Mireia Vives (‘Cançó per a Mireia’ en poderoso ‘crescendo’ coral) y la propia Bonet, inspiradora de ‘Jo d’aquesta cançó en dic Ripoll’, tema construido a partir de un poema inédito de Pere Quart.

Tango y cabaret

La noción de canción de autor de Borja Penalba resultó muy rica, con su voz rugosa y vivaz, a veces socarrona, guiándonos a través de giros heterodoxos, como ese abrupto ‘Tango amb pedres’ y el viaje al cabaret berlinés de ‘Contra la seducció’, texto de Brecht y señal para navegantes con vistas a los totalitarismos. Momento intenso, este, con el trío de metales aportando un toque de fanfarria. Como lo fue el audaz relato de ‘Et in Arcadia ego’, canción vertiginosa sobre una supuesta última noche de Rita Barberá

Con canciones como estas, y las también álgidas ‘A ciutat-K amb Paul Valéry’ o ‘Tots o ningú’, dejó claro Penalba que le sobran recursos y discurso, y que cuenta incluso con una autoridad escénica que no le conocíamos a tenor de sus labores al lado de figuras de fuerte personalidad. Y si el giróvago era el monje que iba de monasterio en monasterio pidiendo limosna, como explicaba estos días a la prensa, él merece mejor suerte.

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