En el Palau de la Música

Un exultante Orfeó Català

El coro catalán impresionó con su actuación junto al Balthasar Neumann Chor & Orchester, con el que viaja a Hamburgo el fin de semana

‘Segunda Sinfonía’ de Mendelssohn

‘Segunda Sinfonía’ de Mendelssohn / Palau de la Música Catalana

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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La segunda cita del Orfeó Català del proyecto conjunto con el Balthasar Neumann Chor & Orchester dirigido por Thomas Hengelbrock, tras el 'Requiem alemán' de Brahms ofrecido el martes, pronostica un gran éxito en su viaje a Alemania del fin de semana con una emocionante e impactante ‘Segunda Sinfonía, Lobgesang, en Si bemol mayor, Op. 52’ de Mendelssohn.

Este ‘Himno de alabanza’ se estrenó en su primera versión en 1840 y cronológicamente corresponde a la cuarta pieza concebida por el compositor con el formato de sinfonía tras una primera escrita a los 15 años y las posteriores ‘De la Reforma’ e ‘Italiana’; en su estructura plantea innovaciones, como contar con coro y solistas vocales que intervienen en arias y dúos, como si fuera una cantata. Por ello se le considera un híbrido entre ambas formas, aunque, por su gigantismo, está muy lejos del espíritu camerístico de las cantatas. De hecho, el autor la acabó designando como "sinfonía-cantata sobre palabras de la Sagrada Biblia para solistas, coro y orquesta". Que incluya un texto tiene su razón de ser, ya que fue compuesta para conmemorar los 400 años de la invención de la imprenta y del primer libro impreso de la historia, ‘La Biblia’ luterana, que inspira el libreto.

El conjunto coral catalán que dirigen Pablo Larraz, Montserrat Meneses y Simon Halsey se plegó a los requerimientos del maestro como si formara parte del Balthasar Neumann Chor, con el que ha estado trabajando durante una semana. Ya desde su entrada en la segunda parte las diferentes cuerdas del Orfeó sonaron siempre empastadas y al unísono, destacando su acción de conjunto, fraseo y expresividad. Las voces femeninas no fagocitaron nunca a la eficaz soprano Eleanor Lyons, que impuso un timbre metálico y bien proyectado; la masa coral también se lució con una dicción clara y brillante.

A Lyons se unieron con total corrección en sus intervenciones la también soprano Anna Terterjan y, sobre todo, el tenor Maximilian Schmitt en sus exigentes pasajes. La virtuosa orquesta, con instrumentos de época, impresionó por color y rotundidad de sonido, pero no siempre respondió con pulcritud ante los velocísimos 'tempi' del maestro del primer movimiento.

Tras el emotivo coro final quedó claro que el Orfeó le robará el corazón al público de Hamburgo en las dos actuaciones previstas en la Laeiszhalle (el sábado 17) y en la impresionante Elbphilharmonie (el domingo 18).

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