Cultura de la migración

Javier Zamora, el mena que cruzó la frontera con Estados Unidos solo a los 9 años y se convirtió en escritor

El autor salvadoreño que cruzó la frontera ilegalmente a los nueve años relata aquella odisea en 'Solito', el libro de memorias escrito en inglés

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Javier Zamora, este miércoles en Barcelona.

Javier Zamora, este miércoles en Barcelona. / MAITE CRUZ

Elena Hevia

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Hace más de 30 años nos emocionamos con las penalidades de aquel niño italiano, Marco, que atravesó el océano para buscar a su madre migrante. Lo creó el escritor Edmondo d’Amicis en pleno siglo XIX. Lo que no podía imaginar aquel autor, ni nosotros espectadores televisivos de los 70 es que esa penuria lejos de ser una vivencia del pasado felizmente superada seguiría viva hasta nuestros días.

Marco se llama hoy Javier Zamora, poeta salvadoreño de 33 años que fue uno de tantos niños de Centroamérica y de aún más abajo lanzados a cruzar la gran frontera física y mental, la que divide Estados Unidos de México, y lo hicieron sin acompañamiento familiar. Zamora tenía en 1999 nueve años y la odisea -él la vivió como una aventura y así lo cuenta desde la perspectiva ingenua del niño que era- la relata en primera persona sin valoraciones ni reflexiones políticas, con el ánimo maravillado frente a ese ancho mundo que desconocía, sin que eso eliminara el miedo, el peligro real al que se enfrentó jalonado por precarios viajes en lancha, guardias fronterizos de dudosa ética y tórridos trayectos en el desierto de Sonora, en el que estuvo a punto de morir. Este miércoles participa en un acto en el CCCB de Barcelona.

Javier Zamora de niño, cuando cruzó el desierto de Sonora solo a los nueve años.

Javier Zamora de niño, cuando cruzó el desierto de Sonora solo a los nueve años. / EPC

Solito’ (Random House / Periscopi), las memorias escritas en inglés con título en español, cuentan esa peripecia. Siguen el camino del pequeño desde la casa de sus abuelos en un pueblecito de El Salvador, pasando por Guatemala y México hasta Estados Unidos en busca de sus padres que hicieron la misma ruta años antes huyendo de la guerra civil salvadoreña, ha seducido a los lectores estadounidenses, Oprah Winfrey incluida, y llega ahora para llenar un vacío: hablar de esos menores no acompañados desde la propia experiencia.

“Estaba requeteenfadado porque esa historia solo ha sido contada por periodistas, novelistas o políticos más o menos próximos a los hechos, pero nunca por los que verdaderamente la sufrimos”, asegura el autor que puede enorgullecerse de haber estudiado como becario en las más ilustres universidades norteamericanas como Stanford y Harvard y de haber echado a andar su vocación como escritor gracias a los talleres de escritura 826 Valencia, que el escritor Dave Eggers puso en marcha dirigido a adolescentes en peligro de exclusión. “Dave fue el primer autor que conocí y el que sembró la semilla que me hizo desear ser escritor. También fue quien convenció a mis padres de que la escritura no es algo elitista”. 

Escritura terapeútica

El libro surgió para Zamora como una forma de sanación a raíz de los ejercicios impuestos por su terapeuta que le conminó a volver a recordar aquellos días: “Yo había intentado olvidar todo aquello y además mis padres siempre me aconsejaron que no hablase de ello. Llegué incluso a mentir a mis amigos diciendo que había nacido en Estados Unidos. Así que esa herida, ese daño, se hizo cada vez más grande en mi interior”. A ello hay que añadir que la sensación de estar en peligro real no se acabó en tierras americanas, un simpapeles nunca está tranquilo consigo mismo. “Durante 12 años viví la angustia de que si me paraba la policía me podrían deportar a mi país que entonces era el más violento del mundo”. No fue hasta los 21 años que obtuvo el estatus de protección temporal, que no le permite ser ciudadano de pleno derecho ni votar, pero sí regresar a ver a sus abuelos de vez en cuando. 

Cuando el autor empezó a escribir este libro en el 2019 con una voluntad íntima –“trataba de explicarme a mí mismo, no a los demás como había hecho hasta entonces intentando convencerles a base de excelencia académica” y con Donald Trump aún en la presidencia, no imaginaba el poder que iba irradiar este libro como ilustración humanista de los peligros reales a los que se enfrentan los migrantes, incluidos los menores de edad. En el 2017 se habló mucho de los menores no acompañados a los que se les recluía en jaulas. Él mucho antes también estuvo en una: “Me molestó que la prensa hablara de esto como si fuera algo nuevo. Yo sé de gente que estuvo enjaulada en los 80. Eso ha ocurrido, ocurre y seguro que va a volver a pasar”. 

Con Trump en el horizonte

Que en el horizonte se vuelva a percibir la figura amenazante de Trump en su camino de vuelta a la Casa Blanca es algo que contempla como una especie de fatalidad estoica: “Mi familia y yo nunca hemos confiado en presidentes de derechas o de izquierdas porque en Estados Unidos vienen a ser lo mismo. Ninguno de los dos nos quiere. Tengo miedo de que llegue Trump, pero también temo a los demócratas. Aunque en el caso de Trump hay un matiz importante y es que ha logrado empoderar a los más racistas de este país que se sienten legitimizados por esa retórica. Es más aunque finalmente no gane Trump, siento que ya ha hecho su trabajo, esos retrógrados ultraconservadores no se van a mover de su sitio”. 

No es de extrañar que, además de este libro que invita a pensar si el cruce de fronteras en busca de una vida mejor es un crimen o no, Zamora haya dedicado sus esfuerzos al apoyo de los emigrantes en el desierto de Sonora con Salvavisión, una organización que ha creado un albergue justo en la zona entre Nogales y Yuma, donde el pequeño Javier, sin agua, casi acaba sus días. “La situación actual es mucho peor que la que yo viví porque en el 99 los carteles de la droga todavía no se habían dado cuenta de que la inmigración podía proporcionarles dinero y ahora, además, esa es una zona de tráfico con mucha violencia añadida”. 

Violencia es también una palabra vinculada a su país de origen, durante décadas en manos de pandillas criminales y ahora convertido en el más seguro de Latinoamérica gracias al puño de hierro del presidente Nayib Bukele, que el próximo domingo culminará su reelección en medio de la crítica internacional por su maneras y medidas dictatoriales: “He tenido muchas ofertas para leer mi libro en El Salvador, pero no sé si sería buena idea porque Bukele podría prohibirme la entrada y me interesa que no sea así porque mis abuelos todavía viven allí. Si quereis saber qué ocurre, hay un gran podcast en Radio Ambulante en seis epiosidos que cuenta lo ningún periodista de mi país se atreve a decir sobre Bukele. Muchos periodistas se han visto obligados a marcharse”. Y ríe tristemente cuando se le recuerda que Bukele se autodenomina “el dictador más ‘cool’ del mundo mundial”.