Reivindicación

Little Richard, héroe y villano 'queer'

Perfil de un artista capital y abracadabrante con motivo del estreno en salas del documental 'I am everything'

Little Richard: rey y reina del rock and roll

Muere Little Richard, el grito de guerra del rock and roll

Little Richard, en 1971

Little Richard, en 1971 / EPC

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

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El documental de Lisa Cortés 'Little Richard: I am everything', estrenado en el festival In-Edit y que este viernes llega a las salas de cine, pone el acento en los factores 'queer' y racial que, según la tesis de la directora, privaron al cantante fallecido en 2020 de la corona de rey del rock and roll. Sin pasar por alto las sangrantes contradicciones del personaje. A partir de la película y de la biografía autorizada 'La explosiva historia de Little Richard' (Penniman Books, 2008), escrita por Charles White y cuya lectura es como fumarse un cartón de paquetes de cigarrillos sin filtro, se perfila a continuación a un artista capital y abracadabrante.

Infancia

Richard Wayne Penniman (Macon, Georgia, 1932) fue el tercero de los 12 hijos de Leva Mae y Charles 'Bud' Penniman. Tenía una pierna más corta que la otra, motivo por el que caminaba con pasitos irregulares, y la cabeza "enorme", según su apreciación. Entre esto y que prefería jugar a muñecas con las niñas que a tirar piedras con los niños, le llamaban "aborto", "marica", "guarro", "nenaza"... Tuvo tempranas relaciones sexuales con mujeres y hombres, a veces a cambio de dinero, por lo general sórdidas. Su padre, que era el primero en recriminarle su afeminamiento, fue asesinado a tiros en 1952 en el exterior del Tip In Inn, el bar con 'jukebox' que regentaba. Papá también era diácono de una iglesia y albañil, y vendía whisky ilegal.

Antiguo mundo del espectáculo

Little Richard empezó a cantar 'profesionalmente' en 1949 como reclamo para el Doctor Nubilo, un vidente. Poco después se embarcó en el espectáculo itinerante de Doc Hudson, que vendía ungüento de serpiente. Cantaba 'Caldonia', de Louis Jordan, la única canción profana que conocía. De ahí pasó a la orquesta de B. Brown y, después, a varios 'shows' ambulantes de variedades en los que actuaba travestido. Princesa Lavonne fue uno de sus nombres artísticos. Como miembro de la revista Broadway Follies accedió al circuito sureño de clubs y cines, en los que había entretenimiento en vivo entre las películas. En 1951 publicó su primer 'single', con 'Taxi blues' y 'Every hour' (RCA).

Billy Wright y Esquerita

Billy Wright y Esquerita / Archivo

Maestros

Billy Wright fue una influencia decisiva para Little Richard. Tanto por "su estilo de cantar blues, con gritos propios de la música góspel", a decir del pupilo, como por su estética: ropas llamativas, pelo permanentado en un imponente 'pompadour' y maquillaje. A través de Wright consiguió la citada primera grabación. A tocar el piano le enseñó Esquerita, que vestía de forma aún más llamativa y lucía un 'pompadour' aún más imponente que Wright. Lo conoció en el restaurante abierto toda la noche de la estación de autobuses Greyhound de Macon, que Little Richard frecuentaba "en busca de sexo, claro está", según sus palabras. En adelante, usaría la exageración musical, visual y verbal como capa protectora que le permitía hacer lo que le daba la gana en un mundo hostil con los raros, un poco a la manera de los bufones.

Little Richard, en la segunda mitad de los años 50

Little Richard, en la segunda mitad de los años 50 / In-Edit

'Tutti frutti'

Canción publicada por el sello Specialty en octubre de 1955. La letra original contenía referencias evidentes al sexo anal. Alcanzó el número 2 en la lista estadounidense de éxitos de rhythm and blues y el número 21 en la de éxitos pop. El selvático grito inicial ("A-wop-bop-a-loo-mop-a-lop-bam-boom!") es un conjuro que encierra el significado del primerísimo rock and roll: locura, desenfreno, liberación, júbilo, ingenio. Debido a su impacto, quizá sea 'Tutti frutti' la partida de nacimiento más clara del rock and roll, si bien todos los ingredientes de la poción ya existían en las músicas negroamericanas. Le seguirían 'Long tall Sally', 'Rip it up', 'The girl can't help it', 'Lucille', 'Keep a-knockin', 'Good golly Miss Molly'...

Expolio cultural

Elvis Presley, Bill Haley, Buddy Holly y otros rockers grabaron muy pronto versiones de canciones de Little Richard, a veces con más éxito que sus lanzamientos. No le molestaba, al fin y al cabo, aunque blancos, eran de los suyos. Pero sí le indignó que la lectura de 'Tutti frutti' registrada por el sosaina de Pat Boone superara en los 'charts' a la suya. Con motivo: más que una versión, es una emasculación.

Little Richard, en 1984.

Dana Fineman

Dios

Su familia formó parte de iglesias metodistas, baptistas y pentecostales, y algún pariente fue predicador. Desde pequeño cantó góspel. El clan incluso formó el grupo The Penniman Singers. En 1957, de gira por Australia, interpretó un agitado viaje en avión y una bola de fuego en el cielo (le dijeron que era el lanzamiento del Sputnik 1, pero ni caso) como señales divinas y decidió abandonar la música secular. Ingresó en la Universidad Oakwood, un centro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Huntsville, Alabama, para cursar estudios bíblicos. Rezó, predicó, grabó discos religiosos (entre ellos el notable 'King of the gospel singers', de 1962, en cuyas sesiones impresionó a todo un Quincy Jones) y se casó con Ernestine Campbell. "Fui un marido terrible. No me casaría con alguien como yo mismo ni que tuviera diamantes en lugar de uñas y rubís en los ojos". El matrimonio fue un fracaso, igual que el paso por Oakwood: un seminarista como Little Richard era un caramelo, pero su Cadillac amarillo, su fama, su indisciplina y un escarceo homosexual con otro alumno fueron demasiado para la institución. Durante el resto de su carrera alternaría la prédica y el rock and roll, hasta que al final se las apañó para conciliar una y otro.

Reina de Inglaterra

Don Arden, promotor de conciertos y después mánager de artistas británico, un tipo duro del negocio musical, tan duro que sus métodos se acercaban al gansterismo, convenció a Little Richard de que se enrolara en una gira inglesa con Sam Cooke, Jet Harris, Sounds Incorporated y Gene Vincent, este en principio solo como presentador al no haber conseguido el visado de trabajo. El cantante viajó, acompañado por el prodigio adolescente del teclado Billy Preston, con la intención de ofrecer un espectáculo de canciones religiosas. Así fue en la primera velada, en Doncaster, el 8 de octubre de 1962. Para estupefacción del público, ya que Arden había publicitado las actuaciones de Little Richard como su regreso al rock and roll. Las presiones y la competencia con Cooke surtieron efecto y a partir del segundo bolo las actuaciones fueron apoteósico rock and roll, con trucos escénicos como hacerse el muerto para resucitar cual relámpago. Brian Epstein, representante de los Beatles, se las ingenió para que el artista añadiera dos fechas al 'tour' en el área de Liverpool con el grupo como telonero principal. El cuarteto comía de su mano, especialmente Paul McCartney. Little Richard se llevó a los futuros Fab Four a una tanda extra de conciertos en clubs de Hamburgo, ciudad donde la banda ya había tocado. A finales de 1963 regresó a Inglaterra como parte de un cartel atómico, con los Everly Brothers, Bo Diddley y los Rolling Stones. "Chuck Berry es mi favorito de siempre, junto con Bo, pero ninguno de ellos superaba a Richard en el escenario". Palabra de Mick Jagger.

Little Richard, en los preparativos para el London Rock and Roll Show, en Wembley, en 1972

Little Richard, en los preparativos para el London Rock and Roll Show, en Wembley, en 1972 / EPC

Trilogía en Reprise

La contracultura de la década de 1960 hizo fosfatina a los artistas de blues, rhythm and blues y rock and roll anteriores, por mucho que con ellos hubiera empezado todo. Del primero al último, eran reliquias al empezar los 70. Lo cual no significa que no hicieran buenos discos. Little Richard, por ejemplo, grabó una trilogía estupenda con material nuevo para la entonces muy relevante marca Reprise: 'The rill thing' (1970), 'King of rock and roll' (1971) y 'The second coming' (1972). La portada del tercero es una cima del orgullo 'queer', cuando ni siquiera se oteaba el activismo 'queer'.

Sexualidad

El conflicto que su educación religiosa y la homofobia general, por un lado, y su homosexualidad, por el otro, generaban en Little Richard alcanzó el cénit, al menos en público, en una entrevista en el programa televisivo de David Letterman en 1982. Tras presumir de que fue uno de los primeros gais en salir del armario, dijo que ya no era gay porque "Dios creó a Adán para estar con Eve, no con Steve". No era una de sus agudezas, sino un eslogan favorito de la derecha cristiana estadounidense, en auge bajo la presidencia de Ronald Reagan. Un ejemplo de libro del autoodio que no pocos homosexuales sentían en una sociedad cada vez más conservadora y en la que tenían poderosos amplificadores voces que consideraban el sida un castigo divino a los homosexuales. Tal vez el autoodio estuviera exacerbado por una década de consumo disparatado de drogas.

Derechos de autor

En 1984, Little Richard reclamó judicialmente una millonada a Specialty y a las editoriales musicales Venice y ATV en concepto de derechos de autor no satisfechos desde que abandonó la discográfica para entregarse a Dios por primera vez. Por ejemplo: "Walt Disney sacó al Pato Donald cantando 'Tutti frutti' y usó mis canciones en tres de sus películas... Pero los de Disney no tuvieron ni el detalle de enviarme una felicitación por Navidad". Podemos dar por sentado que todos los artistas de los inicios de la música popular moderna fueron estafados por la industria en mayor o menor medida, máxime los negros, pero Little Richard fue pionero en poner el grito en el cielo. La demanda se resolvió fuera de los tribunales: Michael Jackson, propietario de ATV, a la que también pertenecía el catálogo de los Beatles, habría aflojado la mosca. En la ceremonia de los Premios Grammy de 1988 Little Richard y David Johansen fueron los encargados de entregar el galardón al Mejor Artista Nuevo. El de Macon robó el espectáculo con un discurso de envoltorio zumbón y contenido amargo en el que afeó al 'establishment' musical su falta de reconocimiento hacia él.

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