Aniversario poético

150 años de 'Una temporada en el infierno'. De cómo Jack Kerouac, Patti Smith y Roberto Bolaño se dejaron seducir por Rimbaud

El poeta francés Arthur Rimbaud a los 16 años.

El poeta francés Arthur Rimbaud a los 16 años. / ETIENNE CARJAT

Elena Hevia

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En algún momento de nuestra juventud todos hemos sido Arthur Rimbaud. Convencidos de que es posible destruir el mundo que nos ha tocado vivir, que hay que dinamitar las reglas que nos legaron los mayores y de que la extravagancia más desinhibida y sincera puede ser un estilo de vida. Eso es lo que trasmiten los poemas del gran niño prodigio de las letras francesas que pasó por el panorama poético de su tiempo como una exhalación. Un joven poeta provinciano de 17 años que llega a París en 1871 para reducir a cenizas el estilo formalista que imperaba y para que dos años después su nombre quedase diluido en el silencio como un azucarillo en el café. Al joven poeta le supuso poco más de dos años de vida pública a golpe de escándalos, por sus costumbres bohemias y su homosexualidad exhibicionista, para convertirse en un mito fundacional de la poesía moderna. Una estrella fugaz que con 20 años no volvió a escribir una línea, se olvidó de sus versos, viajó por el mundo, fue traficante de armas y murió sin saber que era Rimbaud. Ni que su único libro autopublicado en vida, 'Una temporada en el infierno', se convertiría en la biblia de un nuevo modelo de escritor todavía por venir. El pasado mes de septiembre se celebró el 150 aniversario de ese poemario que echó el cierre a todo lo escrito hasta el momento, cambió la poesía de arriba abajo y se erigió como modelo de una vida joven, transgresora y salvaje.

De aquella edición se hizo una tirada de 500 ejemplares financiados por la madre del poeta, aunque a la hora de recogerlos, Rimbaud solo pudo pagar cinco porque el dinero se había esfumado en farras. Los 445 restantes permanecieron en los almacenes del impresor hasta que a principios del siglo XX fueron encontrados por un crítico y acogidos como extraordinarios y seminales para el movimiento surrealista. 

Los rebeldes beat

Desde entonces el mito no ha hecho más que crecer y cobró su definitivo renacimiento después de la Segunda Guerra Mundial gracias a la generación beat estadounidense, aquel grupo de poetas andrajosos, adictos y errantes que lo adoptaron como santo patrón. Era el momento ideal porque fue precisamente entonces cuando se acuñó la nueva figura del joven rebelde que eclosionará con fuerza en los 60 y 70 con el hipismo, el rock y la contracultura. Hasta entonces, el imaginario juvenil no había tenido en absoluto un valor en sí mismo, era tan solo una primera fase para llegar a la respetada madurez. Fue en los 50, los años de la rebeldía sin causa, cuando todo cambió y algo de responsabilidad tuvieron en ello Jack Kerouac y sus chicos. Kerouac, que era francófono de origen, adoptó la rebeldía de Baudelaire y Rimbaud como punto de fuga de su literatura. “Hay que ser absolutamente moderno”, escribió el autor de ‘El barco ebrio’. Pronto esa frase iba a dar sus frutos, no tanto en el campo de las letras, que también, como en la música. En el rock. En el punk.

Patti Smith frente a una foto de su admirado Roberto Bolaño.

Patti Smith frente a una foto de su admirado Roberto Bolaño. / EFE

Cuando Patti Smith tenía 16 años se enamoró de la poesía de Rimbaud y sintió que aquello había sido escrito para ella. “Porque -ha asegurado Smith- [el poeta] tiene todos los componentes: fue experimental, irreverente pero espiritual, un visionario. Aunque al mismo tiempo quería que la gente comprendiera su obra, veía a esta gente con total desprecio”. Sus versos le han acompañado siempre hasta el punto de que la cantante llegó a comprar la casa natal del poeta en las Ardenas, que se caía a pedazos y donde precisamente escribió ‘Una temporada en el infierno, esperando poder situar en ella en el futuro una residencia para jóvenes poetas. Es la deuda que espera pagar por haberle inspirado el álbum ‘Horses’, su trabajo más reconocido. Smith no ha estado sola en su admiración al francés, una querencia tuvo un carácter más bien generacional. No se comprenderían las creaciones de Jimi Hendrix, Jim Morrison o Bob Dylan -uno de sus más fervientes lectores- sin el mito autodestructivo de Rimbaud. Tampoco extraña que una de las parejas sentimentales de Smith, el músico Tom Verlaine, fallecido este mismo año, adoptase su nombre artístico del poeta francés que fue amante del joven Rimbaud, y a quien descerrajó dos tiros no mortales, a modo de despedida.

Láncense a los caminos

Patti Smith sirve como hilo a seguir para llegar al último autor que hizo del ideal rimbaudiano su brújula. Roberto Bolaño. Sabido es que la cantante de Chicago es, consecuentemente, una de las grandes admiradoras de las novelas del chileno, lo que no es extraño ya que la mística de ‘Los detectives salvajes’ tiene un reconocido aliento del poeta. De todos los libros que el novelista y poeta lamentó haber perdido en sus traslados confesó un particular cuidado por no haber extraviado los de Rimbaud y es imposible imaginar a los real visceralistas, poetas marginales y errantes, protagonistas de esa novela sin pensar en el espíritu iconoclasta y trascendente del francés. Además, esos personajes de ficción fueron la concreción literaria del grupo poético infrarrealista que Bolaño lideró. Si Rimbaud abandonó la palabra para lanzarse a la acción, Bolaño dejó dicho en el primer manifiesto del grupo: “Déjenlo todo, nuevamente, láncense a los caminos”.